LECTURAS
- Levítico 19,1-2.17-18
- Salmo responsorial 102,1-2.3-4.8.10.12-13
- 1 Corintios 3,16-23
- Mateo 5,38-48
Las 3 lecturas
de hoy llevan como denominador común el "amor".
En la 1ª lectura
el camino para llegar a Dios empieza con el respeto hacia la vida y la dignidad
del otro, y es así como se vive la verdadera relación con Dios.
San Pablo, en la
carta a los corintios, considera al ser humano como el templo de Dios y morada
del Espíritu; con esto quiere decir que cada persona es presencia concreta de
Dios en la historia humana. Por eso dirá Jesús “lo que hagáis a uno de estos, mis
Más pequeños hermanos, a mí me lo hacéis”.
También en Mateo,
el elemento fundamental es el amor, un amor que no se limita a un grupo
reservado de personas, los de mi grupo, sino que llega incluso a los enemigos;
es un amor para todos, expresión propia del amor de Dios que no distingue entre
buenos y malos, basado en los valores de la misericordia y solidaridad.
Jesús nos
invita a desarrollar nuestra vida y relación con los demás como hijos de Dios,
creados a su imagen. Así, frente a la
antigua ley de Talión, (que buscaba una justicia correlativa al mal sufrido,
frente a la venganza desordenada de quien se toma la justicia por su mano),
Jesús da una máxima de comportamiento que más allá:
no reaccionar al mal con el mal, sino que nuestro comportamiento sea un reflejo
del modo cómo Dios actúa con nosotros, que siempre lo hace con bondad desmedida, siendo como dice el refrán “de tal palo tal astilla.
Jesús, con
sus palabras nos sorprende. Por ello, después de
escuchar el evangelio de hoy, nos preguntamos: ¿es posible llevar a la vida lo
que acabamos de escuchar? Lo que Jesús nos dice es que la norma ya no es: “lo
que otro te hace a ti, hazlo tú a él”; esta es una norma antigua. La propuesta de Jesús es que lo mismo que Dios-Padre me ha perdonado,
así también yo debo perdonar; así, la
mirada al Dios de la misericordia que se apiada de mí ha de ser la norma que
guíe mi comportamiento con los demás, aunque humanamente no parezca razonable.
Jesús, con esta
enseñanza y con su propia vida, nos dice que es posible actuar así, y además, Jesús nos asegura que nos acompaña cada día,
con la fuerza y presencia del Espíritu
Santo.
LECTIO DIVINA DESDE LA PARROQUIA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA
HOJA DOMINICAL DIOCESANA
Las 3 lecturas
de hoy llevan como denominador común el "amor".
En la 1ª lectura
el camino para llegar a Dios empieza con el respeto hacia la vida y la dignidad
del otro, y es así como se vive la verdadera relación con Dios.
San Pablo, en la
carta a los corintios, considera al ser humano como el templo de Dios y morada
del Espíritu; con esto quiere decir que cada persona es presencia concreta de
Dios en la historia humana. Por eso dirá Jesús “lo que hagáis a uno de estos, mis
Más pequeños hermanos, a mí me lo hacéis”.
También en Mateo,
el elemento fundamental es el amor, un amor que no se limita a un grupo
reservado de personas, los de mi grupo, sino que llega incluso a los enemigos;
es un amor para todos, expresión propia del amor de Dios que no distingue entre
buenos y malos, basado en los valores de la misericordia y solidaridad.
Jesús nos invita a desarrollar nuestra vida y relación con los demás como hijos de Dios, creados a su imagen. Así, frente a la antigua ley de Talión, (que buscaba una justicia correlativa al mal sufrido, frente a la venganza desordenada de quien se toma la justicia por su mano), Jesús da una máxima de comportamiento que más allá: no reaccionar al mal con el mal, sino que nuestro comportamiento sea un reflejo del modo cómo Dios actúa con nosotros, que siempre lo hace con bondad desmedida, siendo como dice el refrán “de tal palo tal astilla.
Jesús, con sus palabras nos sorprende. Por ello, después de escuchar el evangelio de hoy, nos preguntamos: ¿es posible llevar a la vida lo que acabamos de escuchar? Lo que Jesús nos dice es que la norma ya no es: “lo que otro te hace a ti, hazlo tú a él”; esta es una norma antigua. La propuesta de Jesús es que lo mismo que Dios-Padre me ha perdonado, así también yo debo perdonar; así, la mirada al Dios de la misericordia que se apiada de mí ha de ser la norma que guíe mi comportamiento con los demás, aunque humanamente no parezca razonable.
Jesús, con esta
enseñanza y con su propia vida, nos dice que es posible actuar así, y además, Jesús nos asegura que nos acompaña cada día,
con la fuerza y presencia del Espíritu
Santo.