LECTURAS
- Génesis 2,7-9; 3,1-7
- Salmo responsorial
- Romanos 5,12-19
- Mateo 4,1-11
- La cuaresma en
un tiempo favorable para analizar la trayectoria de nuestra vida como
cristianos que somos y descubrir que, con frecuencia, damos pasos que nos
alejan de lo que más nos conviene. Más importante que mirar hacia atrás
angustiándonos por los pasos mal dados, es más importante descubrir el rumbo
adecuado y caminar en esa dirección. Pero resulta que no podemos saber dónde
está la meta, porque nunca estuvimos allí. Aquí viene en
nuestra ayuda la experiencia de otros seres humanos que sí han llegado a ella.
Para nosotros, el hombre que más cerca estuvo de ella es Jesús; por eso debemos
fijarnos en él y tomarlo como guía en nuestra vida, no para mirarlo desde fuera
sino para descubrir en nosotros lo que él descubrió.
La tentación
es algo inherente a todo ser humano, y Jesús por la encarnación es verdadero hombre.
A todos se nos dan multitud de posibilidades de plenitud, pero alcanzarla
supone poner toda la carne en el asador, es decir, inteligencia, decisión y
voluntad. Quien no se haya enterado de que la vida implica esfuerzo, tiene
asegurado el fracaso total.
El relato del evangelio de hoy resume todas las pruebas que tuvo que
superar Jesús a lo largo su vida histórica, condensadas en un episodio al
comienzo de su vida pública como hemos leído. En Jesús las tentaciones tienen una
connotación especial: cómo desarrollar su auténtico mesianismo frente al
mesianismo davídico que esperaban los judíos.
Lo realmente importante es que Jesús fue
tentado como cualquiera de nosotros, acosado por debilidades y oscuridades, pero
que superó positivamente, cumpliendo su misión según el plan de Dios. Como podemos
apreciar, el texto de hoy es un relato de alto contenido simbólico en el que se
muestra a Jesús, como hombre que es, igual que cualquiera de nosotros. Se
retira al desierto, probablemente para asegurarse en su misión antes de
llevarla a cabo definitivamente.
El domingo 2º de Cuaresma (4-5 de marzo), las Colectas en las Misas de esta Parroquia se destinarán para ayuda a las victimas del terremoto de Turquía y Siria.
La tentación es algo inherente a todo ser humano, y Jesús por la encarnación es verdadero hombre. A todos se nos dan multitud de posibilidades de plenitud, pero alcanzarla supone poner toda la carne en el asador, es decir, inteligencia, decisión y voluntad. Quien no se haya enterado de que la vida implica esfuerzo, tiene asegurado el fracaso total.
El relato del evangelio de hoy resume todas las pruebas que tuvo que superar Jesús a lo largo su vida histórica, condensadas en un episodio al comienzo de su vida pública como hemos leído. En Jesús las tentaciones tienen una connotación especial: cómo desarrollar su auténtico mesianismo frente al mesianismo davídico que esperaban los judíos.
Lo realmente importante es que Jesús fue tentado como cualquiera de nosotros, acosado por debilidades y oscuridades, pero que superó positivamente, cumpliendo su misión según el plan de Dios. Como podemos apreciar, el texto de hoy es un relato de alto contenido simbólico en el que se muestra a Jesús, como hombre que es, igual que cualquiera de nosotros. Se retira al desierto, probablemente para asegurarse en su misión antes de llevarla a cabo definitivamente.