LECTURAS
- Isaías 7,10-14
- Salmo responsorial 23,1-2.3-4ab-5-6
- Romanos 1,1-7
- Mateo 1,118-24
En domingos anteriores
se destacó la figura de Juan Bautista. Hoy entra en escena José, el esposo de
María y padre legal de Jesús. El evangelio de hoy nos presenta el “adviento”
peculiar y bastante ajetreado que le tocó vivir a José.
Como relata el evangelio,
José ya estaba comprometido oficialmente con María, lo que era parte del rito
antes de vivir juntos. José, seguro que esperaba con gran ilusión dar entrada a
María en su casa y vivir felizmente juntos como esposos. Pero un buen día se
encuentra con la sorpresa del estado de María, que espera un hijo. José no
entiende nada. Pero José tiene dos cosas claras: que la criatura que María
lleva en su vientre no es cosa suya; y que la mirada de María es limpia. Pero
la evidencia, el embarazo, choca con la inocencia de María.
El evangelio señala
que José era un hombre “justo”. En la Biblia, se llama “justo” al que cumple la
voluntad de Dios. Por eso precisamente, José no se queda con una primera
impresión, sino que trata de tomar una resolución.
José intuye que
hay un misterio detrás de aquella situación enigmática, y considera a María y a
la criatura en gestación como un misterio del cual no se siente llamado a
participar, de ahí, que decida apartarse, y por ello “repudiar a María en
secreto”. Esta es la decisión que le parece más justa.
De san José
aprendemos a no buscar el interés personal a toda costa, visto desde nuestras
emociones, pues éstas son pasajeras y pueden ser una trampa al hacernos parecer
que todo lo tenemos claro, cuando no es así.
El discernimiento
que hace José nos enseña que la voluntad de Dios es siempre buena para mí y
para los que me rodean. Que distintas serían las relaciones familiares, la de los
esposos y la de éstos con los hijos, si se supiera discernir.
En el caso de
José, después de un tiempo de tensión y sufrimiento, llega a ver luz, y descubre su particular vocación, por la cual acepta
una misión que no estaba entre sus
planes iniciales: acoger a María
como esposa y al niño que va a nacer como hijo, ejerciendo de buen esposo y de
bue padre: custodio de la madre y del hijo, darle el nombre a éste y ejercer de
padre legal, introduciéndolo así en la descendencia de David, como anunciaron los profetas.
Dios le complicó
la vida a José, pero lo hizo más grande de lo que él había sospechado. También
a nosotros, a veces, Dios nos complica la vida, cuando nos llama a una misión
más valiosa que, de aceptarla, nos hará bien a nosotros y a los que nos rodean.
LECTIO DIVINA DESDE LA PARROQUA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA
CELEBRACION PENITENCIAL Y CONFESIONES
Miércoles, día 21 diciembre, a las 8,00h de la tarde.
HORARIO DE MISAS DURANTE LAS FIESTAS DE NAVIDAD - Misa de Nochebuena, 24 diciembre: 7,30h de la tarde. - Misa de Navidad, 25 diciembre: 12,00h - Víspera de domingos y Epifanía: 7,30h de la tarde. - Misas de domingos y Epifanía: 12,00h
En domingos anteriores se destacó la figura de Juan Bautista. Hoy entra en escena José, el esposo de María y padre legal de Jesús. El evangelio de hoy nos presenta el “adviento” peculiar y bastante ajetreado que le tocó vivir a José.
Como relata el evangelio, José ya estaba comprometido oficialmente con María, lo que era parte del rito antes de vivir juntos. José, seguro que esperaba con gran ilusión dar entrada a María en su casa y vivir felizmente juntos como esposos. Pero un buen día se encuentra con la sorpresa del estado de María, que espera un hijo. José no entiende nada. Pero José tiene dos cosas claras: que la criatura que María lleva en su vientre no es cosa suya; y que la mirada de María es limpia. Pero la evidencia, el embarazo, choca con la inocencia de María.
El evangelio señala
que José era un hombre “justo”. En la Biblia, se llama “justo” al que cumple la
voluntad de Dios. Por eso precisamente, José no se queda con una primera
impresión, sino que trata de tomar una resolución.
José intuye que hay un misterio detrás de aquella situación enigmática, y considera a María y a la criatura en gestación como un misterio del cual no se siente llamado a participar, de ahí, que decida apartarse, y por ello “repudiar a María en secreto”. Esta es la decisión que le parece más justa.
De san José
aprendemos a no buscar el interés personal a toda costa, visto desde nuestras
emociones, pues éstas son pasajeras y pueden ser una trampa al hacernos parecer
que todo lo tenemos claro, cuando no es así.
El discernimiento
que hace José nos enseña que la voluntad de Dios es siempre buena para mí y
para los que me rodean. Que distintas serían las relaciones familiares, la de los
esposos y la de éstos con los hijos, si se supiera discernir.
En el caso de
José, después de un tiempo de tensión y sufrimiento, llega a ver luz, y descubre su particular vocación, por la cual acepta
una misión que no estaba entre sus
planes iniciales: acoger a María
como esposa y al niño que va a nacer como hijo, ejerciendo de buen esposo y de
bue padre: custodio de la madre y del hijo, darle el nombre a éste y ejercer de
padre legal, introduciéndolo así en la descendencia de David, como anunciaron los profetas.
Dios le complicó
la vida a José, pero lo hizo más grande de lo que él había sospechado. También
a nosotros, a veces, Dios nos complica la vida, cuando nos llama a una misión
más valiosa que, de aceptarla, nos hará bien a nosotros y a los que nos rodean.
LECTIO DIVINA DESDE LA PARROQUA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA