LECTURAS
¿Qué celebramos realmente el día del Corpus? No tenemos más que fijarnos en los textos
bíblicos, lo que nos permite adentrarnos en el contenido espiritual de este
día. En el evangelio, frente al parecer de los apóstoles que piden a Jesús que despida a la gente y que se busquen
comida y alojamiento, Jesús les responde: “Dadles vosotros de comer”, y vemos
que, a partir de unos pocos panes y peces compartidos, Jesús hizo posible que aquella multitud comiera hasta
saciarse. También san Pablo (2ª lectura) trae a la memoria de los cristianos la Última
Cena del Señor con el mandato de Cristo: “Haced esto en memoria mía”.
Así,
podemos decir que en la Eucaristía,
celebramos:
- La solidaridad
y apertura de Jesús para con todos,
haciéndose compañero de los hombres y mujeres, haciendo suyo el problema de los
demás.
- Y por parte del cristiano, es signo y compromiso de querer vivir el estilo de vida de Jesús: siendo solidarios con los demás, compartiendo lo que se es y se tiene.
Dicho esto, es una exigencia moral cuidar la actitud con la que celebramos la Eucaristía y nos acercamos a tomar la Comunión.
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Porque sería un contrasentido y contra-signo público celebrar la Eucaristía y,
al mismo tiempo, ser causa de rupturas,
división y sufrimiento para otras
personas, o no querer saber nada de los
demás, como cuando se dice “ese no es mi problema”, o cuando se da la espalda a
otros porque piensan de otra manera, o
no son del mismo círculo social,
político o religioso.
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Seremos testigos creíbles de Jesús en la medida en que hacemos como él hizo, prestando atención
y ayuda, según nuestras posibilidades, a
personas excluidas por distintos motivos. Siendo solidarios como
Jesús, seremos compañeros de camino como el buen samaritano, “porque lo
que hicisteis a uno de estos pequeños, mis hermanos, a mi me lo hicisteis”, nos
dirá Jesús.