LECTURAS
- Eclesiastico 27,4-7
- Salmo responsorial 91
- 1 Cor 15,54,-58
- Lucas 6,39-45
En
los últimos domingos hemos escuchado las Bienaventuranzas y la llamada de Jesús
al amor y al perdón de los enemigos siguiendo
el ejemplo de Dios que es Padre
compasivo y misericordioso. Ahora
nos toca preguntarnos cómo hacer para vivir
según las bienaventuranzas y no
quedarnos en generalidades o desanimarnos ante sus exigencias.
En el evangelio Jesús nos propone algunas imágenes que nos hablan de cómo vivir en cristiano. Nos propone varias imágenes, y nos fijamos en una de ellas, donde nos dice que por el
fruto se conoce el árbol bueno.
Con
esta imagen, Jesús nos propone trabajar nuestra interioridad, y sólo así viviremos dando frutos de calidad. Nuestro
interior, o nuestro “corazón”, es el centro donde se generan los deseos, proyectos,
acciones, tanto los buenos como los
malos. Cultivando nuestro interior adecuadamente, como cristianos, entonces lo que se está gestando en nuestro
interior se convertirá en un vivir según
el Evangelio, lo que nos permitirá ver el mundo y las personas con la mirada de Jesús.
El
buen tesoro del corazón se cultiva con unos ingredientes, como son: la oración,
lectura y reflexión de la Palabra de Dios, practica de los Sacramentos, y
especialmente la Eucaristía, la participación activa en iniciativas de la parroquia, estando atentos a los
retos de nuestro mundo y nuestro entorno,
todo lo cual nos llevará a hacernos la pregunta que hizo san Pablo a Jesús cuando fue derribado del caballo: “¿Qué debo
hacer, Señor?”.
Cuando salimos al
campo, podemos apreciar el árbol bueno, no por su bello ramaje o por su tamaño, sino por los frutos que da. Del
mismo modo, si de nuestro corazón vamos sacando el bien, la bondad, el perdón,
la solidaridad, la justicia, el respeto… querrá decir que estamos en el camino correcto, y esto se
ve a simple vista, como nos ha dicho Jesús al final del evangelio: “El hombre
bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo,
de la maldad saca el mal; porque de lo que rebosa el corazón habla .
HOJA DOMINICAL DIOCESANA
En los últimos domingos hemos escuchado las Bienaventuranzas y la llamada de Jesús al amor y al perdón de los enemigos siguiendo el ejemplo de Dios que es Padre compasivo y misericordioso. Ahora nos toca preguntarnos cómo hacer para vivir según las bienaventuranzas y no quedarnos en generalidades o desanimarnos ante sus exigencias.
En el evangelio Jesús nos propone algunas imágenes que nos hablan de cómo vivir en cristiano. Nos propone varias imágenes, y nos fijamos en una de ellas, donde nos dice que por el
fruto se conoce el árbol bueno.
Con
esta imagen, Jesús nos propone trabajar nuestra interioridad, y sólo así viviremos dando frutos de calidad. Nuestro
interior, o nuestro “corazón”, es el centro donde se generan los deseos, proyectos,
acciones, tanto los buenos como los
malos. Cultivando nuestro interior adecuadamente, como cristianos, entonces lo que se está gestando en nuestro
interior se convertirá en un vivir según
el Evangelio, lo que nos permitirá ver el mundo y las personas con la mirada de Jesús.
El
buen tesoro del corazón se cultiva con unos ingredientes, como son: la oración,
lectura y reflexión de la Palabra de Dios, practica de los Sacramentos, y
especialmente la Eucaristía, la participación activa en iniciativas de la parroquia, estando atentos a los
retos de nuestro mundo y nuestro entorno,
todo lo cual nos llevará a hacernos la pregunta que hizo san Pablo a Jesús cuando fue derribado del caballo: “¿Qué debo
hacer, Señor?”.