LECTURAS
- Daniel 7,13-14
- Salmo responsorial 92
- Apocalipsis 1,5-8
- Juan 18,33b-37
A la pregunta de Pilato: "Entonces, ¿Tú eres rey?” Jesús responde: “soy rey, pero mi reino no es de este mundo”. Eso significa que el ser rey en Jesús no proviene de las fuerzas de
este mundo. Jesús no necesita soldados, ni dinero, ni dominar pueblos y
naciones. No tiene más poder ni más
reino que la Verdad. Y la Verdad de Jesús es el amor de Dios al
mundo, manifestado en su persona y en su actividad. Él realiza plenamente el designio de Dios sobre
el ser humano, mediante la compasión, el
perdón, creando vínculos de fraternidad,
fruto del cumplimiento del mandamiento principal, que nos indicó hace unos
domingos: “amar a Dios sobre todas las cosas y amar al prójimo como a uno mismo”.
Jesús no quiso ponerse al nivel de los poderes de un mundo donde la
verdad es pervertida por la mentira de los poderosos, como podemos apreciar en
nuestro propio país y en buena parte de nuestros gobernantes. Jesús,
en cambio, aparece y actúa como testigo de la verdad, y por serlo de esa forma murió crucificado. Los
poderosos no le perdonaron.
En este domingo de la fiesta de Cristo Rey del Universo, tal vez podríamos preguntarnos: ¿Quién o qué reina en mí? ¿Qué reyezuelos
oprimen mi conciencia y libertad? ¿Es el consumo de cosas, la necesidad de ser
importante, el dinero, el prestigio, la ambición de poder, la indiferencia,...?
En
el evangelio de hoy, contemplamos a Jesús maltratado y humillado, pero lleno de
dignidad y fiel a su misión. Esta contemplación de Jesús en el evangelio, nos
lleva a preguntarnos: ¿en qué
valores nos apoyamos para crecer como personas?
HOJA DOMINICAL DIOCESANA
A la pregunta de Pilato: "Entonces, ¿Tú eres rey?” Jesús responde: “soy rey, pero mi reino no es de este mundo”. Eso significa que el ser rey en Jesús no proviene de las fuerzas de este mundo. Jesús no necesita soldados, ni dinero, ni dominar pueblos y naciones. No tiene más poder ni más reino que la Verdad. Y la Verdad de Jesús es el amor de Dios al mundo, manifestado en su persona y en su actividad. Él realiza plenamente el designio de Dios sobre el ser humano, mediante la compasión, el perdón, creando vínculos de fraternidad, fruto del cumplimiento del mandamiento principal, que nos indicó hace unos domingos: “amar a Dios sobre todas las cosas y amar al prójimo como a uno mismo”.
Jesús no quiso ponerse al nivel de los poderes de un mundo donde la verdad es pervertida por la mentira de los poderosos, como podemos apreciar en nuestro propio país y en buena parte de nuestros gobernantes. Jesús, en cambio, aparece y actúa como testigo de la verdad, y por serlo de esa forma murió crucificado. Los poderosos no le perdonaron.
En este domingo de la fiesta de Cristo Rey del Universo, tal vez podríamos preguntarnos: ¿Quién o qué reina en mí? ¿Qué reyezuelos oprimen mi conciencia y libertad? ¿Es el consumo de cosas, la necesidad de ser importante, el dinero, el prestigio, la ambición de poder, la indiferencia,...?
En
el evangelio de hoy, contemplamos a Jesús maltratado y humillado, pero lleno de
dignidad y fiel a su misión. Esta contemplación de Jesús en el evangelio, nos
lleva a preguntarnos: ¿en qué
valores nos apoyamos para crecer como personas?