domingo, 14 de noviembre de 2021

Día 14 noviembre de 2021. Domingo 33 del Tiempo Ordinario.

 

JORNADA MUNDIAL DE LOS POBRES


LECTURAS

  • Daniel 12,1-13
  • Salmo responsorial 
  • Hebreros 10,11-14.18
  • Marcos 13,24-32

En el evangelio leemos: “Después de la gran angustia, el sol se oscurecerá, la luna no dará resplandor, las estrellas caerán al suelo…”. Literalmente nos hace pensar en un cataclismo de grandes dimensiones, y su consecuencia la destrucción del mundo. No es así como hay que entenderlo

¿Qué quiere decirnos Jesús con estas palabras en lenguaje apocalíptico? A nosotros, personas del siglo XXI,  Jesús nos dice que después de un tiempo como el nuestro, en el que estamos destruyéndonos unos a otros y destruyendo la naturaleza, caerán los falsos dioses o poderes opresores que encarnan sistemas ideológicos y económicos, que imponen falsos valores y esclavizan a los seres humanos, causando injusticias y sufrimientos, con muchos millones de personas descartadas y condenadas al hambre, la miseria  y la muerte. Este mundo que vive de apariencias, instalado en la mentira, soberbia y muerte caerá definitivamente. Esto es lo que podemos entender.

“Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes  con gran poder y gloria”. Con estas palabras nos indica que se hará palpable, se desvelará para todos  el triunfo de Cristo Resucitado (el Hijo del hombre) que es la Nueva Humanidad. Su gran fuerza de Vida se opone a la fuerza  de la muerte que será aniquilada; los opresores caerán igualmente. Por tanto, no se trata  de un final del mundo natural, pues Dios no destruye lo que creó  y es bueno, al contrario, lo que no tiene futuro es el mundo injusto, mundo de pecado y  egoísmo, que excluye  a los más pequeños e indefensos, causando grandes sufrimientos y oscureciendo el sentido de la vida humana, ese mundo tiene fecha de caducidad, será aniquilado.

¿Cuándo sucederá todo esto? La respuesta de Jesús es: “En cuanto al día y la hora, nadie lo conoce,  ni los ángeles del cielo, ni el Hijo, sólo el Padre”. Estas palabras son una invitación a vivir con confianza en Dios, que es Amor y estamos en sus manos, con tal que lo aceptemos  con fe.

No es el temor sino  la esperanza lo que  quiere sembrar Jesús  en nosotros sus discípulos. Por ello, desde estas palabras nos preguntamos  ¿Qué sentido tiene nuestra vida humana? Nosotros no creemos que nuestra vida viene de la nada y termina en la nada. Lo que da sentido a nuestra vida es que Jesús Resucitado ha vencido la muerte  y está siempre cerca de nosotros; él nos asegura que nos acompaña en  nuestro camino todos los días de nuestra vida, y lo experimentamos desde la fe, celebrando los sacramentos, especialmente la Eucaristía, en la que continuamente hacemos referencia a Jesucristo, quien  nos ha destinado a participar de su vida  y gloria de resucitado.

HOJA DOMINICAL DIOCESANA