JORNADA MUNDIAL DE LOS POBRES
LECTURAS
- Daniel 12,1-13
- Salmo responsorial
- Hebreros 10,11-14.18
- Marcos 13,24-32
En
el evangelio leemos: “Después de la gran angustia, el sol se oscurecerá, la
luna no dará resplandor, las estrellas caerán al suelo…”. Literalmente nos hace
pensar en un cataclismo de grandes dimensiones, y su consecuencia la
destrucción del mundo. No es así como hay que entenderlo
¿Qué
quiere decirnos Jesús con estas palabras en lenguaje apocalíptico? A nosotros,
personas del siglo XXI, Jesús nos dice que
después de un tiempo como el nuestro, en el que estamos destruyéndonos unos a
otros y destruyendo la naturaleza, caerán los falsos dioses o poderes opresores
que encarnan sistemas ideológicos y económicos, que imponen falsos valores y
esclavizan a los seres humanos, causando injusticias y sufrimientos, con muchos
millones de personas descartadas y condenadas al hambre, la miseria y la muerte. Este mundo que vive de apariencias, instalado
en la mentira, soberbia y muerte caerá definitivamente. Esto es lo que podemos
entender.
“Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y gloria”. Con
estas palabras nos indica que se hará palpable, se desvelará para todos el triunfo de Cristo Resucitado (el Hijo del
hombre) que es la Nueva Humanidad. Su gran fuerza de Vida se opone a la
fuerza de la muerte que será aniquilada;
los opresores caerán igualmente. Por
tanto, no se trata de un final del mundo
natural, pues Dios no destruye lo que creó
y es bueno, al contrario, lo que no tiene futuro es el mundo injusto, mundo de pecado y egoísmo, que excluye a los más pequeños e indefensos, causando
grandes sufrimientos y oscureciendo el sentido de la vida humana, ese mundo
tiene fecha de caducidad, será aniquilado.
¿Cuándo
sucederá todo esto? La respuesta de Jesús es: “En cuanto al día y la hora,
nadie lo conoce, ni los ángeles del
cielo, ni el Hijo, sólo el Padre”. Estas palabras son una invitación a vivir
con confianza en Dios, que es Amor y estamos en sus manos, con tal que lo
aceptemos con fe.
No es el temor sino la esperanza lo
que quiere sembrar Jesús en nosotros sus discípulos. Por ello, desde
estas palabras nos preguntamos ¿Qué
sentido tiene nuestra vida humana? Nosotros no creemos que nuestra vida viene de
la nada y termina en la nada. Lo que da sentido a nuestra vida es que Jesús
Resucitado ha vencido la muerte y está
siempre cerca de nosotros; él nos asegura que nos acompaña en nuestro camino todos los días de nuestra
vida, y lo experimentamos desde la fe, celebrando los sacramentos,
especialmente la Eucaristía, en la que continuamente hacemos referencia a
Jesucristo, quien nos ha destinado a
participar de su vida y gloria de
resucitado.
HOJA DOMINICAL DIOCESANA
En
el evangelio leemos: “Después de la gran angustia, el sol se oscurecerá, la
luna no dará resplandor, las estrellas caerán al suelo…”. Literalmente nos hace
pensar en un cataclismo de grandes dimensiones, y su consecuencia la
destrucción del mundo. No es así como hay que entenderlo
¿Qué quiere decirnos Jesús con estas palabras en lenguaje apocalíptico? A nosotros, personas del siglo XXI, Jesús nos dice que después de un tiempo como el nuestro, en el que estamos destruyéndonos unos a otros y destruyendo la naturaleza, caerán los falsos dioses o poderes opresores que encarnan sistemas ideológicos y económicos, que imponen falsos valores y esclavizan a los seres humanos, causando injusticias y sufrimientos, con muchos millones de personas descartadas y condenadas al hambre, la miseria y la muerte. Este mundo que vive de apariencias, instalado en la mentira, soberbia y muerte caerá definitivamente. Esto es lo que podemos entender.
“Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y gloria”. Con estas palabras nos indica que se hará palpable, se desvelará para todos el triunfo de Cristo Resucitado (el Hijo del hombre) que es la Nueva Humanidad. Su gran fuerza de Vida se opone a la fuerza de la muerte que será aniquilada; los opresores caerán igualmente. Por tanto, no se trata de un final del mundo natural, pues Dios no destruye lo que creó y es bueno, al contrario, lo que no tiene futuro es el mundo injusto, mundo de pecado y egoísmo, que excluye a los más pequeños e indefensos, causando grandes sufrimientos y oscureciendo el sentido de la vida humana, ese mundo tiene fecha de caducidad, será aniquilado.
¿Cuándo
sucederá todo esto? La respuesta de Jesús es: “En cuanto al día y la hora,
nadie lo conoce, ni los ángeles del
cielo, ni el Hijo, sólo el Padre”. Estas palabras son una invitación a vivir
con confianza en Dios, que es Amor y estamos en sus manos, con tal que lo
aceptemos con fe.
No es el temor sino la esperanza lo que quiere sembrar Jesús en nosotros sus discípulos. Por ello, desde estas palabras nos preguntamos ¿Qué sentido tiene nuestra vida humana? Nosotros no creemos que nuestra vida viene de la nada y termina en la nada. Lo que da sentido a nuestra vida es que Jesús Resucitado ha vencido la muerte y está siempre cerca de nosotros; él nos asegura que nos acompaña en nuestro camino todos los días de nuestra vida, y lo experimentamos desde la fe, celebrando los sacramentos, especialmente la Eucaristía, en la que continuamente hacemos referencia a Jesucristo, quien nos ha destinado a participar de su vida y gloria de resucitado.