LECTURAS
- Deuteronomio 30,10-14
- Salmo responsorial 68
- Colosenses 1, 15-20
- Lucas 10, 25-37
La parábola del buen samaritano nos enseña a cambiar nuestra mentalidad, adoptando la lógica de Jesús, que no es otra que la caridad. Y por ello, debemos preguntarnos cuáles son los criterios de nuestra vida y cuáles los criterios que Dios nos manifiesta en Jesucristo.
A Dios se le da culto no solo rezando, sino también sirviendo a los demás, en especial a las personas que mas lo necesitan, como son las personas que se encuentran al borde del camino: los golpeados por la enfermedad, la soledad, la violencia, el hambre, las catástrofes materiales y las provocadas por mano humana, los desplazados por razón de la guerra y falta de medios, los perseguidos por la fe, los que no encuentran trabajo a pesar de buscarlo.
En la parábola del evangelio de hoy desfilan tres personajes; dos pertenecientes al mundo oficial del culto, quienes pasaron de largo respecto al hombre malherido sobre el camino; el otro un samaritano, despreciado por los judíos, y sin embargo, es quien se detiene, se conmueve y ayuda al hombre malherido. Apreciamos dos actitudes contrarios: la mirada indiferente y negligente del sacerdote y del levita, y la mirada atenta, compasiva y misericordiosa del samaritano.
Si hemos entendido de verdad la parábola de Jesús, hoy nos dice a nosotros lo mismo que dijo al maestro de la Ley: "Anda, y haz tú lo mismo".
LECTIO DIVINA DESDE LA PARROQUIA DE SAN ROQUE DE HELLÍN: ÉRASE UNA VEZ UN HOMBRE BUENO.
La parábola del buen samaritano nos enseña a cambiar nuestra mentalidad, adoptando la lógica de Jesús, que no es otra que la caridad. Y por ello, debemos preguntarnos cuáles son los criterios de nuestra vida y cuáles los criterios que Dios nos manifiesta en Jesucristo.
A Dios se le da culto no solo rezando, sino también sirviendo a los demás, en especial a las personas que mas lo necesitan, como son las personas que se encuentran al borde del camino: los golpeados por la enfermedad, la soledad, la violencia, el hambre, las catástrofes materiales y las provocadas por mano humana, los desplazados por razón de la guerra y falta de medios, los perseguidos por la fe, los que no encuentran trabajo a pesar de buscarlo.
En la parábola del evangelio de hoy desfilan tres personajes; dos pertenecientes al mundo oficial del culto, quienes pasaron de largo respecto al hombre malherido sobre el camino; el otro un samaritano, despreciado por los judíos, y sin embargo, es quien se detiene, se conmueve y ayuda al hombre malherido. Apreciamos dos actitudes contrarios: la mirada indiferente y negligente del sacerdote y del levita, y la mirada atenta, compasiva y misericordiosa del samaritano.
Si hemos entendido de verdad la parábola de Jesús, hoy nos dice a nosotros lo mismo que dijo al maestro de la Ley: "Anda, y haz tú lo mismo".