LECTURAS
- Jeremías 17, 5-8
- Salmo responsorial 1,1-2.3. 4. 6
- 1ª Corintios 15, 12-16-20
- Lucas 6, 17.20-26
El pasaje de las bienaventuranzas nos resulta difícil de entender porque invierte radicalmente nuestra escala de valores, ya que la lógica humana busca lo pragmático, el beneficio y la comodidad. ¿Puede ser feliz el pobre, el que llora, el que sufre, el oprimido y perseguido? Pues bien, Jesús dice "Dichosos los pobres porque de ellos es el Reino de los cielos". No es dichoso por su pobreza, sino porque él no es causa de que otro sufra. Y no será dichosos, un rico, aunque se diga que es "pobre de espíritu", si no cambia su actitud egoísta para con los demás.
Lo que el evangelio nos pide no es renunciar a las riquezas para ganar un puesto en el cielo, sino que nos pide renunciar a ser causa de sufrimiento para los demás. El evangelio no es un sí de Dios a la pobreza y al sufrimiento sino un "no" rotundo a las situaciones de injusticia y opresión.
Siempre que actuamos desde el egoísmo damos pie a situaciones de injusticia, y siempre que impedimos que el otro crezca, lo estamos tratando injustamente.
Las bienaventuranzas son la "prueba del algodón" de cristiano; por ello, el evangelio nos dice ¡cuidado con ser ajenos a lo que ocurre a los demás!
Lo que el evangelio nos pide no es renunciar a las riquezas para ganar un puesto en el cielo, sino que nos pide renunciar a ser causa de sufrimiento para los demás. El evangelio no es un sí de Dios a la pobreza y al sufrimiento sino un "no" rotundo a las situaciones de injusticia y opresión.
Siempre que actuamos desde el egoísmo damos pie a situaciones de injusticia, y siempre que impedimos que el otro crezca, lo estamos tratando injustamente.
Las bienaventuranzas son la "prueba del algodón" de cristiano; por ello, el evangelio nos dice ¡cuidado con ser ajenos a lo que ocurre a los demás!