LECTURAS
- Números 11, 25-29
- Salmo responsorial 18
- Santiago 5, 1-6
- Marcos 9, 38-43.47-48
A veces juzgamos a la personas desde prejuicios, bien porque no piensan como nosotros, bien porque no son de nuestro grupo social o religioso, o simplemente juzgamos por lo que otros dicen. Esto es lo que aparece también en el evangelio de hoy: Juan sentía celos de que uno que no era del grupo de Jesús curara en nombre de Jesús, y Jesús enmienda la plana a Juan, diciéndole"...uno que hace el bien en mi nombre no puede luego hablar mal de mí".
En nuestro ambiente de tradición cristiana, se ha pensado muchas veces (equivocadamente) que lo que no lleva la etiqueta "cristiano" no vale o no es bueno. Y sin embargo, además de lo que ha dicho Jesús,, hace unos años el concilio Vaticano II enseñó que: "La Iglesia Católica nada rechaza de lo que en las religiones hay de verdadero y de santo. Considera con sincero respeto los modos de obrar y de vivir..., que no pocas veces reflejan un destello de aquella Verdad que ilumina a todos los hombres, que es Cristo".
Con lo dicho; Jesús nos enseña no sólo que Dios actúa en la Iglesia, sino que también fuera de ella se hace el bien, se viven valores del evangelio; se trabaja por la justicia, por la liberación de la pobreza, por la dignidad humana y por la paz.
La grandeza de nuestra fe consiste, no en sentirnos superiores a los demás, sino en vivir con agradecimiento, dejando que el Espíritu de Dios nos ayude a examinarlo todo y a retener todo lo que es bueno.