LECTURAS
Primera Reyes 3, 5.7-12
Salmo responsorial 118
Romanos 8, 28-30
Mateo 13, 44-52
Las parábolas del "tesoro escondido" y la "perla preciosa" son un toque de atención o una llamada a reflexionar sobre el fundamento de nuestra fe cristiana, con frecuencia no valorada, ya que habiendo sido bautizados y vivido en ambiente cultural cristiano, puede que no pasemos de una fe sociológica, de tradición familiar o ambiental, faltándonos una fe personalizada y existencial, una opción personal decidida por Jesucristo.
La fe si es auténtica produce alegría profunda y duradera porque implica la convicción de saberse querido por Dios desde siempre, y en consecuencia, lleva a confiar en quien nos quiere de verdad: Dios. Cuando la fe es así, ocurre lo que nos dice el papa Francisco en le comienzo de su Exhortación Apostólica Evangelii gaudium: "La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de quien se encuentra con Jesucristo..."
Ese "vender todo lo que tiene", del que habla el evangelio de hoy, significa dar prioridad a la persona de Jesucristo, haciendo que todos los aspectos de la vida personal, familiar, social, política, económica,... sean valorados y vividos desde la fe, es decir, desde los valores que nos muestra Jesucristo, rostro visible de Dios.
Las parábolas del "tesoro escondido" y la "perla preciosa" son un toque de atención o una llamada a reflexionar sobre el fundamento de nuestra fe cristiana, con frecuencia no valorada, ya que habiendo sido bautizados y vivido en ambiente cultural cristiano, puede que no pasemos de una fe sociológica, de tradición familiar o ambiental, faltándonos una fe personalizada y existencial, una opción personal decidida por Jesucristo.
La fe si es auténtica produce alegría profunda y duradera porque implica la convicción de saberse querido por Dios desde siempre, y en consecuencia, lleva a confiar en quien nos quiere de verdad: Dios. Cuando la fe es así, ocurre lo que nos dice el papa Francisco en le comienzo de su Exhortación Apostólica Evangelii gaudium: "La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de quien se encuentra con Jesucristo..."
Ese "vender todo lo que tiene", del que habla el evangelio de hoy, significa dar prioridad a la persona de Jesucristo, haciendo que todos los aspectos de la vida personal, familiar, social, política, económica,... sean valorados y vividos desde la fe, es decir, desde los valores que nos muestra Jesucristo, rostro visible de Dios.