LECTURAS
- Hechos de los Apóstoles 1, 1-11
- Salmo 46
- Efesios 1, 17-23
- Mateo 28, 16-20
Las fiestas de la Resurrección y la Ascensión son dos aspectos de una misma realidad, como dos caras de una misma moneda. Se trata de la glorificación de Jesús; Dios que se hizo hombre en Jesús de Nazaret, finaliza su etapa terrena o histórica, pasando a su estado de vida glorioso, según el modo propio de ser de Dios, siendo Dios y hombre al mismo tiempo.
La Ascensión también significa que la misión de Jesús es confiada a los discípulos, la Iglesia, teniendo por tarea llevarla al mundo entero como afirman los textos del Evangelio y Hechos de los Apóstoles. Esta es la voluntad de Jesús, de la que se hace eco el concilio Vaticano II, al afirmar que la "Iglesia es misionera por naturaleza".
La fe en Jesucristo no consiste en saber cosas de Dios, o "creer que hay un algo", o simplemente salir en una cofradía de Semana Santa. Ser cristiano es "seguir a Jesús", y esto implica reconocerlo como Mesías y Señor, entrando en relación estrecha con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, formado parte de la Iglesia, donde se anuncia el Evangelio y se celebra la fe, y en consecuencia, vivir según los valores y actitudes de Jesús porque seguir las huellas de Jesús es hacer lo que Dios quiere.
Esto es lo que nos recuerda el papa Francisco en la primera linea de Evangelii gaudium 1: "La alegría del Evangelio llena el corazón y vida entera de quien se encuentra con Jesús", por lo que estamos llamados a ser "Iglesia en salida" o "Iglesia misionera", o según el lema de nuestro proyecto diocesano "Discípulos misioneros", "sabiendo que el bien tiende a comunicarse"(EG 9), y que "la Iglesia no crece por proselitismo sino por atracción" (EG 14)
LECTIO DIVINA DESDE LA PARROQUA DE SAN ROQUE DE HELLÍN: SENTIR LA PRESENCIA
e