sábado, 22 de octubre de 2016

Día 23 de Octubre. Domingo 30 del Tiempo Ordinario


LECTURAS

  • Eclesiástico 35, 1212-14.16-18
  • Salmo responsorial 33
  • 2 Timoteo 4, 6-8.16-18
  • Lucas 18,9-14


       Es frecuente en nuestra sociedad actual, contemplar,  en ciertos eventos, a personajes que visten ropas elegantes y pasean una sonrisa fija, atrayendo la presencia del mundo mediático, de los fans y numerosos curiosos, pero que, en muchos casos, camuflan corazones egocéntricos  y las sonrisas disimulan, muchas veces,  un mundo interior vacío. Es la cultura de la imagen que tanto se lleva y  se cuida en nuestro mundo.
      Pero ante Dios, no valen las apariencias ni engaños. Dios conoce nuestro corazón y sabe de que pasta estamos hechos.. Es desde este contexto  que se debe entender la parábola del evangelio de hoy, como dice el evangelista en la primera línea, indicando por qué  Jesús cuenta dicha parábola.
      El fariseo y el publicano representan dos imágenes de Dios y eso lo indica  la forma de relacionarse con Dios. Y Jesús resumiendo indica la postura correcta: "Os digo  que éste (el publicano) bajó a su casa justificado,  y aquél (el fariseo) no".
      El papa Francisco, con motivo  jubilar de la misericordia afirma: "Si cada uno de nosotros no se siente necesitado de la misericordia de Dios, es mejor que no vaya a misa. Nosotros vamos a misa porque somos pecadores y necesitamos  el perdón de Dios, participando de la redención de Jesucristo.
      Es verdad, Dios nos ofrece  su amor como regalo, nunca como premio  o paga a nuestras buenas obras, sino porque Dios "primerea" que dice el papa. Por tanto, el amor  y la misericordia de Dios están garantizados, incluso antes de que nosotros seamos buenos.
      Pero no todo depende de la voluntad de Dios: Él no impone nada sino  que nos lo ofrece como regalo. Nosotros podemos abrir las manos y recibirlo, o cerrarlas y evitar o rechazar el regalo de Dios.
      Al principio de cada Misa, el acto penitencial nos ayuda a adoptar la actitud del publicano, abriendo nuestro corazón a Dios, sabiéndonos queridos por Dios de antemano, lo que producirá  también en nosotros  una actitud  muy distinta  respecto a los demás..




LECTIO DIVINA DESDE LA PARROQUIA DE SAN ROQUE DE HELLÍN:  LA TELARAÑA DEL EGO

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