viernes, 25 de octubre de 2024

Día 27 octubre de 2024. Domingo XXX del Tiempo Ordinario.



 

LECTURAS

  • Jeremías 31,7-9
  • Salmo responsorial
  • Hebreos 5,1-6
  • Marcos 10,46-55

Podemos apreciar el contraste entre los discípulos que van con Jesús, pero que parecen ciegos, porque no ven más allá de sus propios intereses y ambiciones. Y, por otra parte, el ciego Bartimeo, quien, teniendo los ojos cerrados, sin embargo, sí ve a Jesús. “El ciego Bartimeo estaba sentado al borde del camino pidiendo limosna”, nos relata el evangelio. Es decir, esta inmóvil, no puede avanzar en el camino, la vida se ha parado con él; está a merced de la ayuda que los otros quieran darle, vive en estado de dependencia permanente, ha perdido su libertad.

Este ciego representa también a una multitud de hombres y mujeres de nuestro tiempo, necesitados de luz y de sentido. Todos somos un poco el ciego Bartimeo.

 Con toda seguridad, el ciego Bartimeo había oído hablar de Jesús. Le han contado de sus milagros y curaciones que realiza. Conoce también las antiguas profecías que dicen que, en el tiempo del Mesías, los ciegos verán y los cojos caminaran. Cree en ello, y por eso con toda su fuerza grita: “Jesús, hijo de David, ten compasión de mí”. Y Jesús no pasa de largo. Lo escucha, se detiene y lo hace llamar. En ese momento cambian de actitud aquellos que le regañaban: “Ánimo, levántate, que te llama”. Y el ciego: “soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús”. Tantos días, tantos años esperando una oportunidad, un momento como éste. Finalmente se encuentra con Jesús.

“¿Qué quieres que te haga?” le dice Jesús; y la respuesta del ciego es inmediata: “Rabbuni, haz que recobre la vista”. El ciego cree realmente que Jesús puede salvarlo de la ceguera y darle la vista, como así fue: “Anda, tu fe te ha salvado”. Jesús con su palabra certifica que el milagro es fruto de la fe. Y aquel hombre recobró la vista. El ciego Bartimeo, una vez curado, no se fue a su casa, sino que siguió permanentemente como discípulo de Jesús, como indica el evangelio: “Lo seguía por el camino”.

 Bartimeo es el modelo de todo el que desea ser discípulo/a de Jesús, y que quiere verse libres de su ceguera para seguirlo por el camino de la vida de cada día y que lleva a una vida plena de sentido.  


LECTIO DIVINA DE LA PARROQUIA SAN ISIDRO DE ALMANSA

HOJA DOMINICAL DIOCESANA

 


domingo, 20 de octubre de 2024

Día 20 octubre de 2024. Domingo XXIX del Tiempo Ordinario. Jornada del DOMUND.

 



LECTURAS

  • Isaías 53, 10-11
  • Salmo responsorial 32, 4-5.18-19.9,2
  • Hebreos 4,14-16
  • Marcos 10,35-45


  •   Las lecturas de hoy nos pueden ayudar a comprender el sentido de la auténtica misión de la Iglesia, al celebrar hoy la Jornada del Domund: día mundial de la propagación de la fe.
  •  El Concilio Vaticano II nos recordó que “la Iglesia es misionera por naturaleza”, y esto se desprende del mandato de Jesús: “Como el Padre me envió, así os envío yo “… “Id a todos los pueblos, anunciad el Evangelio, enseñando lo que os he mandado, bautizando a los que crean”, frase que recoge el lema del Domund-2024: “Id a los cruces de los caminos e invitad al banquete”. Y los que anuncian el Evangelio: sacerdotes, religiosos-as, laicos, como es el caso de los catequistas y grupos pastorales en las parroquias, son misioneros que anuncian a Jesucristo, bien en lugares donde no se conoce a Jesús, bien en las parroquias, ayudando a iniciar en la fe a niños, jóvenes y adultos; los esposos cristianos son misioneros especialmente en la “Iglesia doméstica”, que es su propia familia. Por eso cuando presentan a sus hijos para ser bautizados, declaran que saben y se comprometen a educarlos en la fe para que conozcan a Cristo y amen a Dios y al prójimo.
  •   Anunciar el Evangelio, suscitar la fe en Jesucristo Salvador significa servir. Y esto debemos hacerlo con nuestra forma de vida al estilo de Jesús, pero también con las palabras adecuadas para que Jesucristo sea conocido, amado, creído y celebrado. Igualmente, en este día del Domund nos sentimos agradecidos por los misioneros que en otras tierras anuncian a Jesucristo, y lo hacen en nombre de la Iglesia. De aquí que también en este día especialmente, dediquemos algo de nuestros bienes, que hacemos con nuestra colaboración económica en la colecta, para hacer posible que los misioneros lleven a cabo la misión de anunciar el Evangelio allí donde están, con frecuencia e tierras lejanas, en situaciones adversas y de subdesarrollo. 

LECTIO DIVINA DE LA PARROQUIA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA

HOJA DOMINICAL DIOCESANA



viernes, 11 de octubre de 2024

Día 13 octubre de 2024. Domingo XXVIII del Tiempo Ordinario.

 

LECTURAS

  • Sabiduría 7,7-11
  • Salmo responsorial  89, 12-13.14-15.16-17
  • Hebreos 4,12-13
  • Marcos 10,17-30


Llama la atención el individuo del evangelio, un joven según el evangelio de Mateo, que tiene todo lo que hoy se requiere para ser feliz (juventud, riqueza, estatus social), sin embargo, siente un vacío en su vida, y se acerca a Jesús de Nazaret, de quien espera una respuesta que calme su angustia. No parece preocuparle la vida terrena, que la tiene resuelta; él pregunta dónde encontrar una vida plena y llena de sentido.

  Jesús le contesta: “¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno, más que Dios”, lo que significa que: solo Dios es el último fundamento de todo. Sin Dios el ser humano no sabe a dónde va; solo Dios da sentido a nuestra vida y plenitud para siempre. La respuesta de Jesús al joven: “cumple los mandamientos”, es también la propuesta que nos hace Jesús a nosotros hoy, posiblemente en estos términos: ahí tenéis mi Palabra, que es el evangelio, léelo y medítalo; ahí tienes mi familia según la fe, la Iglesia, que te ayuda a conocerme; ahí tienes los sacramentos, momentos del encuentro más personal con Dios mientras caminamos por este mundo.

 Hay un gesto en el evangelio con mucho contenido: la mirada de Jesús. Si el evangelista pone de relieve la “mirada” de Jesús es porque debió ser algo que impresionó a los testigos de la escena. Jesús comienza a mirar a aquel joven de un modo nuevo. Se diría que, mirándolo, Jesús descubre quién es ese joven en su interior. Es la mirada de Dios sobre todo ser humano, porque Dios por encima de todo nos ama, pero debemos corresponder, dejando que esa mirada de amor entre en nosotros, es decir, que nos sintamos queridos por Dios.

Un “cristiano” es el que sigue a Cristo, escucha su Palabra, conoce su vida, y se esfuerza por vivir como Cristo vivió.  Un cristiano así es distinto de un simple “bautizado”, porque podemos estar bautizados, pero no seguir ni cumplir lo que Cristo nos propone como modo de ser feliz en lo que somos y hacemos ahora, y feliz plenamente en la vida del Reino de Dios o vida eterna.

Nosotros no carecemos de nada, o de casi nada, y, sin embargo, a pesar de tenerlo todo, se nos ve tristes, no somos felices. ¿Por qué no tenemos la alegría del Evangelio? Tal vez, porque vivimos una búsqueda desenfrenada de bienestar material, tentados por una publicidad que nos ciega, a la que respondemos muchas veces inconscientemente, una sociedad que nos invita a lo superficial, al consumismo, a disfrutar el momento presente, sin mirar hacia la meta final.

Quien no lee el Evangelio, quien no celebra y participa cada domingo de la Eucaristía, quien no celebra los sacramentos, difícilmente puede encontrarse con Jesucristo, que está siempre a la espera para mirarnos con amor y decirnos “ven y sígueme”.


LECTIO DIVINA DE LA  PARROQUIA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA

viernes, 4 de octubre de 2024

Día 6 octubre de 2024. Domingo XXVII del Tiempo ordinario.

 

LECTURAS

  • Génesis 2,18-24
  • Salmo responsorial 127, 1-2.3.4-5.6
  • Hebreos 2, 9-11
  • Marcos 10, 1-12

 El “repudio” (que hoy llamamos “divorcio”), en la época de Jesús era una tremenda discriminación de la mujer. Había toda una casuística con razones ridículas para despedir a la esposa: si la mujer se despistaba y se le quemaba la comida, si el marido había encontrado otra mujer más atractiva, etc., eran motivos de “repudio” por parte del varón. Jesús rompe con esta interpretación machista por la cual el hombre podía despedir a su mujer por cualquier causa y se pone de parte del más débil, en este caso la mujer.

 Ante la pregunta-trampa que los fariseos le hacen, arguyendo desde una ley antigua que daba al hombre el poder de expulsar a su mujer de la familia, Jesús le remite al designio original de Dios, y lo hace citando el primer libro de la Biblia, el Génesis, donde está escrito: “Serán dos en una sola carne”; esta es una expresión hebrea que significa: “dos en plena comunión de amor”. Es decir, contra la mentalidad y cultura judía de la época, Jesús afirma la igualdad del hombre y de la mujer, fundamentadas en el amor, que sólo es posible si hay igualdad y dignidad.

 Jesús termina la discusión con las palabras del Génesis: “Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre”, con lo que afirma que el amor verdadero no se acaba nunca. Dios que es amor ha puesto la semilla del amor en el corazón del hombre y de la mujer para que vivan el matrimonio en plena comunión de vida. En consecuencia, Dios no quiere mujeres sometidas al varón, Jesús no admite la superioridad del varón y el sometimiento de la mujer, sino que afirma la igualdad y dignidad de ambos, cuyo fruto debe ser un amor verdadero entre ambos.

Dios nos ha creado a su imagen y semejanza; y justamente, por eso, tenemos capacidad de amar. Y es precisamente cuando nos amamos cuando nos parecemos a Dios. Por eso dirá Jesús a todos sus discípulos:” Amaos unos a otros como yo os he amado”.

El matrimonio cristiano es el lazo de unión por el que un hombre y una mujer se comprometen a vivir amándose el uno al otro durante toda la vida, como Cristo nos ha amado, siendo así reflejos del amor de Dios.


LECTIO DIVINA DE LA PARROQUIA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA