LECTURAS
Al decir Jesús “Yo soy el Buen Pastor”, indica también cuáles son las características de su relación con aquellos que le siguen: él no trabaja por un jornal o interés material, a los que le siguen no los abandona nunca, y sabe ver las trampas de los lobos o de quienes pueden producir el mal y por eso avisa y defiende. Uno de los rasgos identificativos de este buen pastor, que es Jesús, es que “conoce” a sus ovejas, y ellas lo reconocen. Es una actitud propia de Dios mismo: “Conozco a mis ovejas, y ellas me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre”.
Pero este
conocer no es un conocimiento intelectual, sino un conocimiento de experiencia
personal. En el evangelio de Juan, “conocer” no tiene nada que ver con una un
saber intelectual o un saber cosas, sino que se trata de conocer desde dentro. De
hecho, cuanto más conocemos a alguien, más lo conocemos por dentro. Así, en
este evangelio, cuando se habla de conocer, se trata de un conocer que denota
comunión y relación afectiva con el otro.
Por el
bautismo, el cristiano es constituido “pastor”, lo que significa tener los
oídos bien abiertos para descubrir las necesidades del otro y poder servirlo, y
así parecerse a Jesús, como Jesús se parece al Padre. La entrega se manifiesta en aquella actitud
que propuso Jesús: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda
infecundo; pero si muere, da mucho fruto”.
Hoy es la jornada
de oración por las vocaciones. Es decir, Dios que nos ha llamado a ser
cristianos, nos invita a cada uno a qué vivamos el seguimiento de Jesús
sirviendo a los demás, poniendo en acción todas las cualidades y dones que
hemos recibido gratuitamente.