LECTURAS
- Deuteronomio 8, 2-3.14b-16a
- Salmo responsorial 147
- 1 Corientios 10, 16-17
- Juan 6, 51-58
Jesucristo resucitado nos dejó como fruto de su resurrección el Espíritu Santo y la Iglesia, su familia según la fe, en la que Él ejerce como Cabeza y Buena Pastor. Jesús se hace presente en su Iglesia por su Palabra y por los Sacramentos, especialmente la Eucaristía que, como nos dijo el concilio Vaticano II, es "el centro y culmen de la vida cristiana", porque Jesucristo resucitado está realmente presente en su situación gloriosa de Dios y hombre: "Este es mi Cuerpo...Esta es mi Sangre... Haced esto en memoria mía", dijo Jesús. Y desde los primeros tiempos hasta nuestros días, la Iglesia celebra la Eucaristía cada domingo y cada día por entender que es voluntad de Cristo quedarse misteriosamente en este signo visible tan sencillo.
Esto es lo que celebramos y exaltamos en esta Fiesta del Corpus Christi: el misterio de la presencia de Jesucristo en el pan y vino consagrados, convertidos en su Cuerpo y Sangre, es decir, en su Persona.
"Haced esto en memoria mía", dice Jesús. Y esto no quiere decir limitarse a realizar un rito de culto, sino que implica, además, que hagamos de nuestra vida lo que hizo Jesús con la suya y que resumió tan bien en el lavatorio de los pies cuando les dijo: "ejemplo os he dad, haced vosotros lo mismo los unos con los otros", o lo que es lo mismo: "Amaos unos a otros como yo os he amado".
Esto es lo que celebramos y exaltamos en esta Fiesta del Corpus Christi: el misterio de la presencia de Jesucristo en el pan y vino consagrados, convertidos en su Cuerpo y Sangre, es decir, en su Persona.
"Haced esto en memoria mía", dice Jesús. Y esto no quiere decir limitarse a realizar un rito de culto, sino que implica, además, que hagamos de nuestra vida lo que hizo Jesús con la suya y que resumió tan bien en el lavatorio de los pies cuando les dijo: "ejemplo os he dad, haced vosotros lo mismo los unos con los otros", o lo que es lo mismo: "Amaos unos a otros como yo os he amado".