LECTURAS
- Proverbios 9,1-6
- Efesios 5,15-20
- Salmo Responsorial 33,2-3.10-11.12-13.14-15
- Juan 6,51-58
Jesús, en el evangelio, con las palabras "el que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él", nos está diciendo que lo mismo que un alimento bien digerido renueva y da vitalidad, así también él, Jesucristo, si permitimos que entre en nuestra vida,se hace uno con nosotros dándonos la vida eterna, la vida de Dios.
Por los fruto se puede verificar si Jesucristo alimenta nuestra vida: si hacemos nuestras sus actitudes básicas, como la entrega gratuita, el perdón, la acción de gracias, es decir, si sentimos deseos de vivir como él y buscamos que Cristo esté en el centro de nuestra vida. Esto es vivir en comunión con él, y por él con la Trinidad.