LECTURAS
El evangelista
Lucas precisa que Jesús “envió a 72 discípulos”, y los envió "de dos en dos", porque para
los judíos la opinión de uno solo no tenía ningún valor, y los misioneros son,
sobre todo, testigos. También, porque el mensaje cristiano debe ser proclamado
siempre por la comunidad. Jesús no envió especialistas en
comunicación, sino a discípulos que lo iban conociendo poco a poco, eran gente sencilla,
gente del pueblo. El testimonio probablemente consistía en presentarse ante la gente
en las aldeas y pueblos, dando algunos detalles sobre Jesús, que pronto pasaría
a visitarlos.
También
les advierte de la posibilidad de no ser bien recibidos, en cuyo caso deben ir a
otros lugares para hacer el mismo anuncio. Diríamos que el anuncio de la
Palabra de Dios es algo gratuito, un regalo de Dios, y quien no la escucha y acoge
se pierde una oportunidad. Pero, aún en este caso, el discípulo ha de seguir
adelante con la misión encomendada, sin depender de que sea recibida o no.
Después de escuchar o leer este pasaje
evangélico de hoy, nuestra respuesta primera ha de ser de agradecimiento a Dios
que se ha fijado en cada uno de nosotros, y agradecimiento a la Iglesia, que
nos ha mostrado el Evangelio, despertando la fe cristiana en nosotros; y en
consecuencia, dar gratis lo que gratis hemos recibido, y de ahí la misión de ser
nosotros como aquellos primeros discípulos, proclamando también la buena
noticia, que es Jesucristo, quien da sentido y esperanza a nuestra vida. El modo de esa predicación puede ser
diferente según cada persona, debido a sus cualidades, formación, vocación y
circunstancias, pero la base o fundamento de toda predicación es vivir como
cristianos; ésta es la mejor predicación y la que convence; de hecho, en cada
instante estamos predicando, para bien o para mal.
Lo que Jesús nos pide es comunicar
lo que Dios es para cada uno según lo que Jesús nos ha manifestado con su vida
y palabras. Esa tarea la cumplieron los primeros cristianos en aquellos lugares
donde se hacían presentes. Y esta es la principal tarea que tenemos que seguir
llevando a cabo todo cristiano, en cualquier tiempo y lugar.