LECTURAS
- Hechos de los Apóstoles 10,34a.37-43
- Salmo responsorial 117
- Colosenses 3,1-4
- Juan 20,1-9
El mensaje
central de todas las lecturas proclamadas se pueden resumir en una afirmación del
Apocalipsis: “La victoria es de nuestro Dios”. Jesús no está en la tumba porque
ha resucitado.
Situaciones tan
oscuras como el dolor, la enfermedad y la muerte quedan iluminadas. Ya no hay
motivos para estar totalmente desesperados. El que murió en la Cruz y “descendió
a los infiernos”, ha resucitado. Esta es la respuesta de Dios al fracaso
aparente de la muerte de Jesús en la cruz. “¡No temáis!”, dirá Jesús resucitado
a sus discípulos, bloqueados por el miedo, y pensando que se trataba de un
fantasma. “Soy yo que vuelvo para estar con vosotros y sosteneros en vuestra lucha.
El Señor nunca
dijo: “No seréis zarandeados por la tempestad “, al contrario, advirtió: “¡Cuidado
con la gente!, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas
y os harán comparecer ante gobernadores y reyes por mi causa… y seréis odiados
a causa de mi nombre”. Pero también afirmó: “En el mundo tendréis luchas; pero
tened valor: yo he vencido al mundo”.
En la
madrugada de las mañanas de resurrección, tienen lugar en nuestros pueblos y
ciudades las procesiones del “encuentro”, que son expresiones populares que
recuerda el acontecimiento de la resurrección de Jesucristo. En ellas lo
significativo es que María, la madre de Jesús y madre de la Iglesia, se
encuentra con su hijo y recibe la buena noticia del Señor resucitado.
La Pascua, el
paso de Jesús de la muerte a la vida, y paso de este mundo al Padre, es el
encuentro de la humanidad con su Salvador, comienzo de una nueva época en la
que todo adquiere un sentido nuevo. Como nos dice San Pablo: “Nuestra esperanza,
que es Cristo, no defrauda”. ¡Cristo ha resucitado! ¡Feliz Fiesta de Pascua!
LECTIO DIVINA DE LA PARROQUIA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA
HOJA DOMINICAL DIOCESANA
El mensaje
central de todas las lecturas proclamadas se pueden resumir en una afirmación del
Apocalipsis: “La victoria es de nuestro Dios”. Jesús no está en la tumba porque
ha resucitado.
Situaciones tan
oscuras como el dolor, la enfermedad y la muerte quedan iluminadas. Ya no hay
motivos para estar totalmente desesperados. El que murió en la Cruz y “descendió
a los infiernos”, ha resucitado. Esta es la respuesta de Dios al fracaso
aparente de la muerte de Jesús en la cruz. “¡No temáis!”, dirá Jesús resucitado
a sus discípulos, bloqueados por el miedo, y pensando que se trataba de un
fantasma. “Soy yo que vuelvo para estar con vosotros y sosteneros en vuestra lucha.
El Señor nunca
dijo: “No seréis zarandeados por la tempestad “, al contrario, advirtió: “¡Cuidado
con la gente!, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas
y os harán comparecer ante gobernadores y reyes por mi causa… y seréis odiados
a causa de mi nombre”. Pero también afirmó: “En el mundo tendréis luchas; pero
tened valor: yo he vencido al mundo”.
La Pascua, el paso de Jesús de la muerte a la vida, y paso de este mundo al Padre, es el encuentro de la humanidad con su Salvador, comienzo de una nueva época en la que todo adquiere un sentido nuevo. Como nos dice San Pablo: “Nuestra esperanza, que es Cristo, no defrauda”. ¡Cristo ha resucitado! ¡Feliz Fiesta de Pascua!