sábado, 26 de julio de 2025

Día 27 julio de 2025. Domingo XVII del Tiempo Ordinario.

 

LECTURAS

  • Génesis 18,20-32
  • Salmo responsorial
  • Colosenses 2, 12-14
  • Lucas 11,1-13


Los discípulos, en su oración no habían experimentado plenamente la presencia de Dios en su corazón, sino que era una oración por cumplimiento, por miedo o para  ver de sacar algo, como nos pasa a muchos cristianos.

Sin embargo, Jesús les enseña una oración que debe salir del corazón: el “Padre nuestro…”. Las 3 primeras peticiones del “Padrenuestro” tienen por objeto la gloria de Dios: “santificación del nombre, la venida del Reino de Dios y el cumplimiento de la voluntad divina. Pero también, la segunda parte, se preocupa de todo lo que necesita el ser humano: pan, perdón, tentación, liberación del mal, porque solo así podremos construir el Reino de Dios y hacer su voluntad.

La oración que nos enseña Jesús es una oración de proximidad paternal y de confianza filial, que nos implica a estar junto a Dios y vivir como hijos suyos en un clima de fraternidad.

 La oración, para el cristiano, ha de ser como el aire que respira. Lo vemos en Jesús que ora en todo momento porque sabe que todo proviene de Dios, y por eso busca momentos de silencio y oración. Hoy día, más que en otros tiempos, vivimos una vida agitada, con el peligro de vivir en la superficialidad, por eso necesitamos poner orden y dirección en nuestra vida, en nuestras acciones.

La oración nos dirige hacia Dios, y por eso Jesús nos dice que al rezar digamos “Padre”, porque Dios es alguien que nos ama, nos conoce, nos acompaña, nos recibe, nos escucha, y nos acoge. Dirigimos nuestra oración hacia él para incrementar la confianza en aquel que sabemos que siempre nos acompaña, y que nunca nos dejará.  Es famosa la frase de Santa Teresa de Jesús, quien dijo que “orar es tratar de amistad, estando muchas veces a solas con quien sabemos nos ama". 

 LECTIO DIVINA DE LA PARROQUIA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA