viernes, 12 de diciembre de 2025

Día 14 diciembre de 2025. Domingo III de Adviento.

 



LECTURAS

Isaías 35,1-6a.10
Salmo responsorial 145.7.8-9a.9bc-10
Santiago, 5,7.10
Mateo 11,2-11



       Si el domingo pasado Juan hablaba de Jesús invitando “a preparar el camino al Señor, allanando sus senderos”, en el evangelio de hoy es Jesús quien habla de Juan, de quien dice que “es el mayor de los hombres nacido de mujer” y el último profeta, grande como el profeta Elías.

       Jesús presenta el contraste entre lo que esperan quienes habitan en palacios y lo que significa el reinado de Dios. Juan Bautista muestra claramente ese contraste en su forma de vida. Sin embargo, Jesús también marca una diferencia respecto a Juan, el último profeta del Antiguo Testamento, al decir: “El más pequeño en el reino de los cielos es mayor que Juan Bautista”. Esto significa que con Jesús comunica una Buena Noticia distinta a la de Juan. Juan predicaba la conversión como preparación al Mesías, Jesús comienza a anunciar la Buena Noticia de dicho reino con los signos que le acompañan. Juan hablaba de castigo y destrucción, Jesús pondrá el énfasis en el amor y la misericordia, no en la destrucción sino en una vida en abundancia.

        En las lecturas bíblicas de este domingo, podemos apreciar 2 invitaciones: invitación a la alegría y a la paciencia:

a)  Invitación a la alegría, como indica san Pablo: “Gaudete  in Domino semper” (“Alegraos siempre en el Señor”). El motivo de dicha alegría nos lo ha dado la oración colecta: “La Navidad, fiesta de gozo y salvación, está cerca”. Por eso pedimos a Dios “que nos conceda celebrarla con alegría desbordante”. Jesús no va a nacer de nuevo; pero el que nació de María hace unos 2.025 años, se nos hace presente, y esto sucede en la Eucaristía.

b) Invitación a la “paciencia”, como nos exhorta Santiago, en la 2ª lectura.

Nosotros no somos quiénes para señalarle a Dios lo que tiene que hacer y cuándo tiene que hacerlo. Es cierto, que nos gustaría que desaparecieran de nuestra vida ciertas pruebas personales que con frecuencia sufrimos: la enfermedad, los problemas económicos, desearíamos que cayeran las barreras que dificultan la fe en nuestra sociedad, y así sucesivamente. Pero sólo Dios es Señor de la historia y del tiempo, y él sabe lo que hace, que, a su debido tiempo, también nosotros podremos conocer.

LECTIO DIVINA PARROQUIA SAN ISIDRO DE ALMANSA

HOJA DOMINICAL DIOCESANA
 


domingo, 7 de diciembre de 2025

Día 7 diciembre de 2o25. Domingo II de Adviento.

 


LECTURAS

  • Isaías 11,1-10
  • Salmo responsorial  71,1-2.7-8.12-13.17
  • Romanos 15,4-9
  • Mateo 3,1-12


     En los textos bíblicos de hoy, aparecen dos personajes, típicos del tiempo de Adviento: Isaías y Juan Bautista, con un intervalo de tiempo entre uno y otro, en torno a los 700 años. Isaías es el profeta de la esperanza, anunciando el futuro Mesías, quien traerá un nuevo orden social justo, de acuerdo con el proyecto de Dios;  y Juan Bautista, que lo anuncia ya próximo, urge al pueblo a estar preparado para acogerlo, de ahí que al Bautista lo llamemos el “precursor” de Jesús.

    Las palabras de Juan el Bautista mantienen toda su actualidad ya que no es lo mismo vivir cierta religiosidad que una experiencia de encuentro con Dios que transforma la vida hacia el compromiso con el bien y la justicia. Es muy fácil realizar ritos en este tiempo de adviento,  participar de novenas y otros eventos que traen distracción y alegría, pero no significan conversión y cambio. Por eso, el profeta Juan Bautista pone de relieve que el bautismo suyo es de agua, como signo de arrepentimiento, pero el bautismo definitivo es el que traerá Jesús: bautismo en el Espíritu, que da los frutos de una verdadera cosecha, quemando todo lo que no sirve, como se quema la paja. Además, muestra la distancia entre su predicación y la de Jesús, al que reconoce con más autoridad y a quién él no es digno de quitarle las sandalias.

    Este relato nos invita a abrir nuestros corazones a la verdadera conversión, evitando quedarnos en la superficialidad de cambios externos, sin que toquen la profundidad del propio corazón. En este tiempo de adviento, ojalá no nos quedemos solo en el ambiente festivo, sino que revisemos si nuestra forma de vida se corresponde al pesebre, pobre y desprovisto de poder, como nació Jesús, porque solo así, también nosotros podremos ser anunciadores de Jesús como Juan Bautista.

    Estamos acabando el año jubilar como “peregrinos de esperanza”, fundamentados en Jesucristo, “Esperanza que no defrauda”. Pedimos a Jesucristo que, con la fuerza del Espíritu Santo,  nos dé sabiduría para saber tratar a todas las personas, empezando por las más cercanas, de modo que, con nuestra conducta, conversaciones y maneras de ser, transmitamos confianza y paciencia.

    LECTIO DIVINA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA

    HOJA DOMINICAL DIOCESANA

 

domingo, 30 de noviembre de 2025

Día 30 noviembre de 2025. Domino I de Adviento.

 



LECTURAS

Isaías 2, 1-5
Salmo responsorial 121, 1-2.4-9
Romanos 13,11-14a
Mateo 24,37-44



      Hoy la Palabra de Dios nos alerta para que nos demos cuenta de que Jesús, el Hijo del Hombre, viene a liberarnos de todas nuestras esclavitudes. Él es nuestra justicia y nuestra salvación. San Pablo en la Carta a los Romanos nos dice que la salvación está cerca. Pero tenemos que espabilarnos, debemos despojarnos de las obras de las tinieblas: comilonas, borracheras, lujuria, desenfreno, riñas… Podemos añadir otras muchas cosas de nuestro tiempo que nos alejan de la luz. San Agustín comenzó a llorar cuando leyó este texto de san Pablo y decidió dar un cambio radical a su vida, convirtiéndose a Cristo y haciéndose cristiano. También nosotros podemos pensar en qué podemos cambiar y mejorar.

       Jesús muestra lo importante que es no apegarse a las cosas de este mundo porque todo eso pasará. Nos pide que tengamos la mirada puesta en lo consistente y definitivo, como es su segunda venida en gloria, para entrar en la vida eterna, nuestra meta. Esto nos obliga a vivir atentos, vigilantes, porque no sabemos ni el día ni la hora ¿Cuándo llegará ese momento para nosotros? No lo sabemos. Puede ser en nuestra propia muerte, o puede ser un momento decisivo en el que se resuelva algo importante. Puede encontrarnos  “trabajando”, “haciendo deporte”, de “viaje” o “durmiendo”. Lo más importante aquí y ahora no es dónde nos encontremos, sino lo que hay en nuestro corazón, cómo vivimos en espera de ese momento. Tenemos por delante una hermosa tarea durante estas cuatro semanas del Adviento: preparar nuestro interior como si fuera una cuna que va a recibir a Aquél que nos da la vida.

     Lo mismo que el deportista se prepara haciendo ejercicios físicos y mentales, también los cristianos debemos hacer el ejercicio de comprometernos con gestos concretos, como signo de conversión. Por ejemplo, la participación en la misa de todos los domingos, ser puntuales llegando 2-3 minutos antes de la misa, ser solidario con los pobres, desprendiéndonos de algo nuestro, en la Colecta de Navidad para Cáritas, cuando gastamos tanto en regalos, cenas o comidas en Navidad. Tener palabras amables y la sonrisa oportuna con las personas con quienes nos encontramos. Cumplir honradamente nuestro trabajo.

 LECTIO DIVINA DE LA PARROQUIA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA

HOJA DOMINICAL DIOCESANA

 


miércoles, 26 de noviembre de 2025

Día 23 noviembre de 2025. Domingo XXXIV. Jesucristo, Señor del Universo.

 

LECTURAS

  • Samuel 5,1-3
  • Salmo responsorial
  • Colosenses 1,12-20
  • Lucas 23,35-43


    Jesús es icono y sacramento de Dios misericordioso, que perdona siempre y a todos. Por esto mismo, el perdón y el amor constituyen la identidad cristiana, como nos enseña Jesús en el Padrenuestro: “Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”.

    Jesús ha venido para hacernos saber y gozar de la bondad y misericordia de Dios. En consecuencia, el perdón es clave para comprender el reinado y la salvación que Jesús ofrece. Jesús ejerce su reinado desde la cruz, perdonando y abriendo las puertas del Reino de Dios. El buen ladrón somos nosotros, en cuanto que nos recuerda nuestra condición pecadora. Por una parte, Dios nos ha adoptado como hijos, pero nosotros, por el pecado nos alejamos de él y nos negamos a participar de su bondad y amor. Pero como somos hijos, Dios siempre siente compasión por nosotros.

     Ante el Dios de Jesús todos somos el “buen ladrón”, el “hijo pródigo”, el “publicano” de la parábola, la “mujer adúltera”, o “Pedro que niega a Jesús” Pero no hay persona humana, por mal que haya vivido, a la que Dios le niegue el perdón. Sólo hace falta que nosotros queramos ser perdonados de corazón, como el buen ladrón que invocó a Jesús, quien respondió: “Hoy estarás conmigo en el paraíso”, o como el publicano Zaqueo, a quien dijo Jesús: “Hoy ha entrado la salvación en esta casa”, o a Pedro que lloró por su traición, y dijo a Jesús: “Tú lo sabes todo, tú sabes que te amo”, y Jesús le respondió: “Sígueme”. Donde está Jesucristo hay misericordia y felicidad, como escribió el papa Francisco: “Quienes se dejan salvar por Jesús son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría” (EG 1).

     Terminamos recordando algunas palabras de san Pablo, escuchadas en la 2ª lectura y que nos ayudan a entender lo que celebramos cada domingo en la Misa: “Demos gracias a Dios Padre, que nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino del Hijo de su amor, Jesucristo,  por cuya sangre hemos recibido la redención, el perdón de los pecados… Él es imagen del Dios invisible,… Él es también la Cabeza del Cuerpo de la Iglesia. Él es el primogénito de entre los muertos y así es el primero en todo. Por él y para él Dios quiso reconciliar todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz”. El reinado de Jesucristo no se fundamenta en el poder y la fuerza, sino que es servicio y amor hasta la muerte y una muerte en la cruz.


LECTIO DIVINA PARROQUIA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA

HOJA DOMINICAL DIOCESANA

RETIRO DE ADVIENTO: "CAMINANTES SEMBRANDO ESPERANZA"

 

 

domingo, 16 de noviembre de 2025

Día 16 noviembre de 2025. Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario. Jornada mundial de los pobres.

 




Este domingo, 16 de noviembre, la Iglesia celebra la Jornada mundial de los pobres, en el contexto del Año Jubilar, con el lema: «Tú, Señor, eres mi esperanza» (cf. Sal 71, 5

El IX Informe FOESSA muestra que España mantiene una de las tasas de desigualdad más altas de Europa, con 4,3 millones de personas en situación de exclusión severa, un 52% más que en 2007. Ante esta realidad, el mensaje del papa León XIV alerta del riesgo de acostumbrarse y resignarse ante las nuevas oleadas de empobrecimiento. Frente a ello, invita a poner a los pobres en el centro de la mirada y a generar “nuevos signos de esperanza que testimonien la caridad cristiana”.


LECTURAS

  • Malaquías 3,19-20a
  • Salmo responsorial  97,5-9
  • 2 Tesalonicenses 3, 7-12
  • Lucas 21, 5-19


    En el evangelio Jesús también advierte que llegarán noticias de guerras y revoluciones. Es lo que da de sí este mundo, entonces y ahora. Actualmente por los medios de comunicación vemos el desarrollo de guerras y revoluciones, las injusticias y el hambre que toca de lleno a cientos de millones de personas. Es el fruto del pecado, del egoísmo humano. Jesús dice que este tipo de mundo tiene fecha de caducidad. Todo eso que anuncia Jesús, lo podemos palpar en nuestra sociedad, entre nosotros. Constatamos que vivimos en una civilización “líquida” y nos amoldamos a todo, aunque sea contrario a nuestras convicciones y fe.

    A nuestra civilización actual se le denomina como "sociedad líquida": vivimos sin principios, sin cimientos sólidos. La verdad depende de la ideología en que se milite, la justicia depende de los vientos económicos y políticos que corran. Si miramos nuestro entorno en la "familia cristiana", cuantas veces parece que  queremos pasar desapercibidos, que no nos vean como cristiano, que no sepan que vamos a misa los domingos. O cuántas veces, se asiste a un entierro, y da la impresión de que allí no hay ningún cristiano, porque nadie responde, o responden 2 ó 3 por lo bajo como para que no se note. Seguimos la corriente, en lugar de ser como la levadura en la masa", también  "la luz del mundo;... la sal de la tierra”.

    El mensaje que nos sugiere el evangelio es que tomemos conciencia de que ser discípulo de Jesús conlleva la misma suerte del maestro, es decir, la persecución, la incomprensión, la crítica, el rechazo, incluso de los más cercanos. Pero, ante todo esto, queda la confianza en que el Espíritu de Jesús nos sostiene y nada de lo vivido se perderá. Por el contrario, dará frutos de eternidad, y finalmente será el triunfo del bien sobre el mal, el triunfo de Cristo y de quienes le siguen.

LECTIO DIVINA PARROQUIA SAN ISIDRO DE ALMANSA

HOJA DOMINCAL DIOCESANA

 

 


sábado, 8 de noviembre de 2025

Día 9 noviembre de 2025. Domingo 32. Día de la Iglesia diocesana.

 


LECTURAS

  • Ezequiel 47,1-2.8-9.12
  • Salmo responsorial 45, 2-3.5-6.8-9
  • 1 Corintios 3,9-11.16-17
  • Juan 2,13-32

    El evangelio propuesto en la fiesta de hoy nos invita a valorar, sobre todo, los templos vivos que somos las personas y el carácter sagrado de todo ser humano. Es cierto que necesitamos templos o espacios de encuentro para nuestras celebraciones litúrgicas. Pero esto no debe hacernos creer que Dios solo está en las celebraciones rituales. Jesús deja claro que él está en todos los seres humanos, especialmente en los que sufren, como escuchamos en el evangelio del domingo pasado: “Porque tuve hambre y me disteis de comer, enfermo y me visitasteis… Lo que hacéis a uno de estos más pequeños, a mí me lo hacéis; lo que no hacéis a estos más pequeños, tampoco a mí me lo hacéis”.

   La fiesta de hoy nos recuerda que los cristianos somos la familia de Dios, somos la “Iglesia”: los que hemos sido congregados por la fe en Jesucristo. En consecuencia, todas las Iglesias cristianas somos Iglesias hermanas, y, por tanto, sus alegrías y penas, sus proyectos e iniciativas, nos deben interesar, como en una familia, cada uno se preocupa del resto de la familia, y porque nos estimulan a crecer en la fe y seguir realizando el encargo de Jesús de anunciar el Evangelio a quienes no lo conocen, y a tantos que han sido bautizados, pero viven como si no lo fueran y son miembros de nuestras propias familias, barrios y parroquias.

     El conjunto de cristiano que vive en un mismo territorio geográfico y cultural, como es el caso de nuestra provincia de Albacete, es llamado “Iglesia local” o “particular”, o también “diócesis”, que es una porción de la Iglesia universal (católica). Tenemos la misma fe, tenemos el mismo Evangelio, celebramos la Eucaristía y los sacramentos, y hay un obispo, quien en nombre de Jesús hace de cabeza visible y padre de los cristianos.

   En este domingo, celebramos el “día de la Iglesia diocesana”, de nuestra diócesis de Albacete, que es llamada a la solidaridad y fraternidad. Vivimos en esta o aquella parroquia y, allí donde estemos, debemos sentirnos familia de Dios y vivir en comunión. También participar comunitariamente, no solamente venir, cumplir y marcharse, sino participar cada uno, según sus capacidades, en las distintas tareas o servicios para el bien de la comunidad:  Caritas, lectores de la Palabra, catequistas, pastoral de la salud, economía, servicio del templo, grupos de formación, grupos de catequesis. Y siempre con un sentido evangelizador, dando ejemplo de vida cristiana e invitando a otros de nuestra familia o no a participar en nuestra parroquia.

LECTIO DIVINA PARROQUIA SAN ISIDRO DE ALMANSA






 


domingo, 2 de noviembre de 2025

Día 2 noviembre de 2025. Domingo XXXI del Tiempo Ordinario. Todos los Difuntos.

 


LECTURAS

  • Lamentaciones 3, 17-26
  • Salmo responsorial 129, 1-8
  • Romanos 14,7-9.10-12
  • Mateo 25, 31-46

     La razón y fundamento de nuestro ser cristianos es nuestra fe en Jesucristo resucitado, como hemos escuchado en San Pablo y como proclama la Iglesia y confesamos en el Credo: “Creo en la resurrección de la carne y en la vida eterna”. Esta expresión “resurrección de la carne” quiere indicar que es el mismo ser humano de la existencia terrena quien resucita, con todas sus dimensiones, pero transfigurado como  Cristo resucitado, quien fue maltratado, torturado, crucificado, y resucitó al tercer día con esta carne nuestra. Con su resurrección Jesús entró con toda su humanidad en la dimensión definitiva de Dios, llena de claridad y transparencia, donde ya no hay debilidad, ni enfermedad, ni injusticia que pueda afectarle.

    La resurrección de Cristo Jesús es la garantía de la resurrección de nuestra carne; una carne transfigurada, en la que ya no será posible el engaño; carne gloriosa como nos decía ayer san Juan (2ª lectura):”Somos hijos de Dios, pero aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es”.

    Jesús reveló a Marta: ”Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque haya muerto vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre”. Y pocas horas antes de su muerte anunció a los discípulos: “En la casa de mi Padre hay muchas moradas. Cuando vaya y os prepare un lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros”.

   Con la parábola que hemos escuchado en el Evangelio se nos indica que el camino para ir a Dios pasa por el ser humano. Por ello, dice Jesús “lo que habéis hecho a uno de estos los más pequeños, a mí me lo habéis hecho”; y, por el contrario, “lo que no hacéis a estos, los  más pequeños, tampoco a mí me lo hacéis”. Esta enseñanza de Jesús nos ofrece las pistas de evaluación: criterios que se verifican en el ejercicio de la misericordia, en el día a día, con los hambrientos, forasteros, enfermos, marginados, ancianos y todo el que nos necesita. El ejercicio de la misericordia adopta formas diversas según las necesidades y problemas que surgen y que la vida presenta.

LECTIO DIVINA SAN ROQUE DE ALMANSA



 

 


Día 1 noviembre de 2025. Todos los Santos.

 

LECTURAS

  • Apocalipsis 7,2-4.9-14
  • Salmo responsorial 23,1-6
  • 1 Juan 3,1-3
  • Mateo 5,11-12a

   ¿Quiénes están llamados a ser Santos? El papa Francisco afirmaba: “Decir “quiere ser cristiano” es lo mismo que decir “quiere ser santo”. Así nos lo enseña San Pablo en la carta a los Efesios: “Dios nos eligió en Cristo, antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos e intachables ante él por el amor”, y añade: “Él nos ha destinado por medio de Jesucristo a ser sus hijos”.

    En días pasados, San Pablo nos repetía: “Dios nos ha predestinado a ser imagen de su Hijo”, es decir, que Dios ha proyectado que seamos parecidos a Jesús, su Hijo, y, en consecuencia, que participemos plenamente de su gloria. Esto nos lo asegura el apóstol Juan en la 2ª lectura de hoy: “Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¿lo somos! Ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos; pero sabemos que, cuando él se manifieste seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es”. Por tanto, ser hijos de Dios, gracias a Jesucristo y participar de la suerte, es ser santo.

   En el evangelio del miércoles de esta semana, uno preguntaba a Jesús: “Señor, ¿son pocos los que se salvan?”. Y Jesús más que responder a aquella curiosidad, se dirigió a la multitud diciendo: “Esforzaos en entrar por la puerta estrecha, pues os digo que muchos intentarán entrar y no podrán”.  Y añadió: “Os digo que muchos vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el Reino de Dios. Mirad hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos”. Con dichas palaras Jesús no dice que el Reino de Dios exige un esfuerzo. Es decir, que Dios nos ofrece su Reino gratuitamente, pero tenemos que responder con libertad, poniendo toda nuestra voluntad en vivir según nos propone Jesús, porque en él se realiza lo que Dios quiere para nuestro bien. Las bienaventuranzas es el camino a seguir.

    

 

 

viernes, 24 de octubre de 2025

Día 26 octubre de 2025. Domingo XXX del Tiempo Ordinario.

 

LECTURAS

  • Eclesiástico 35,12-14.16-19a
  • Salmo responsorial  33, 2-3.17-19.23
  • 2 Timoteo 4,6-8
  • Lucas 18,9-14

  En el relato evangélico de hoy, el fariseo sube al templo y se presenta a sí mismo ante Dios, vanagloriándose de cumplir más de lo debido, lo que lo hace considerarse mucho mejor que los demás, incluso se atreve a despreciar a otros que no son como él, caso del publicano. El publicano, por el contrario, reconoce que es un pecador y ni siquiera es capaz de levantar los ojos al cielo.

  Como en toda parábola, Jesús nos interpela a través de los personajes descritos. El publicano que solo se mostró pecador ante Dios y no pidió nada, obtuvo la misericordia de Dios. Así, la conclusión de la enseñanza de Jesús es tajante: “El que se ensalza será humillado y el que se humilla será enaltecido”. Por ello, nos preguntamos ¿qué es lo fundamental que nos enseña el evangelio de hoy? No son los méritos propios, ni los muchos cumplimientos de normas, sino la actitud humilde de quien intenta amar y servir, sabiendo que siempre podríamos hacerlo mejor. La humildad es una virtud evangélica que nos capacita para aceptarnos como somos y reconocer la necesidad que tenemos de los otros y de Dios.

   La humildad es el lugar existencial para relacionarnos con Dios, reconociendo nuestra condición de seres creados. San Agustín decía que “la oración es una disposición necesaria, que nos capacita para reconocer nuestra pobreza, nuestra condición mortal, y pedir el remedio al único que es capaz de solucionarlo: Dios”. Algo de esto hemos escuchado en el Eclesiástico (1ª lectura):”La oración del humilde, atraviesa las nubes y no se detiene hasta que alcanza su destino, no desiste hasta que el Altísimo lo atiende y no tardará en hacerle justicia”. Hay una antigua enseñanza de los monjes cristianos de los primeros tiempos que dice así: “Dichoso el monje que, después de Dios, considera a todos los hombres y mujeres como Dios”. Y también: “Quien adora a Dios, ama a sus hijos. Quien respeta a Dios, respeta a los seres humanos”.

LECTIO DIVINA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA


 

 

 

 


viernes, 10 de octubre de 2025

Día 12 octubre de 2025. Domingo XXVIII del Tiempo Ordinario. Virgen del Pilar

 

LECTURAS

  • 2 Reyes 5,14-17
  • Salmo responsorial 97, 1,2-3ab.3cd-4
  • 2 Timoteo 2, 8-13
  • Lucas 17, 11-19
  • En la Palestina del tiempo de Jesús, la lepra era una enfermedad bastante corriente, y en la tradición bíblica significaba una especial marca de maldición. Por eso los leprosos eran expulsados de las ciudades y pueblos, no se permitía trato alguno con ellos y, si se curaban, debían presentarse a los sacerdotes para que certificaran la curación y les declarasen legalmente puros.

    El evangelio nos presenta a un Jesús peregrino a quien, de camino hacia Jerusalén, salen a su encuentro diez hombres, enfermos de lepra que, de lejos, le gritaban: “¡Jesús, Maestro, ¡ten compasión de nosotros!” Cuando Jesús los vio, les dijo: “Id a presentaros a los sacerdotes. Y mientras iban, quedaron limpios de su enfermedad”.

    De entre los diez leprosos curados por Jesús,  sólo uno, al verse limpio, “regresó alabando a Dios a grandes voces, y se arrodilló delante de Jesús, inclinándose hasta el suelo para darle gracias. Este hombre era de Samaria”. Jesús se extrañó de que solo volviese uno, y preguntó: “¿Dónde están los otros nueve? ¿Únicamente este extranjero ha vuelto para alabar a Dios?” El evangelio quiere destacar que precisamente los extranjeros, los que eran considerados marginados por el pueblo judío, son los que reconocen con mayor facilidad las gracias que reciben.

     Todos conocemos el refrán popular: “ser agradecidos es de bien nacidos”. Esta es una de las primeras cosas que padres y madres enseñan con mucha insistencia a sus hijos e hijas: “¿Cómo se dice?”, preguntan a sus hijos cuando reciben algún regalo o son objeto de alguna obra buena; y los niños y niñas, antes de saber pronunciar muy bien la palabra, balbucean, diciendo: “gracias”. Tal vez esta es la enseñanza más importante del pasaje que nos trae el evangelio de este domingo: ser agradecidos con Dios y con los demás, que tanto bien nos hacen.



  • LECTIO DIVINA SAN ISIDRO DE ALMANSA


Día 5 octubre de 2025. Domingo XXVII del Tiempo Ordinario.

 

LECTURAS

  • Habacuc 1,2-3;2,2-4
  • Salmo responsorial
  • 2 Timoteo 1,6-8.13-14; Lc 17,5-10
  • Lucas 17,5-10

Jesucristo nos enseña a confiar en Dios, el Padre bueno que nos ama por encima de todo, que se nos manifiesta en Jesucristo, y nos asocia a su propia vida para participar de su felicidad y gloria como hijos en el Hijo Jesucristo. Por ello, la fe es un regalo, y como tal, se acoge o se rechaza. El que la acoge, el que confía en Dios, cree en Jesucristo quien, con su vida, pasando por el sufrimiento, la muerte y resurrección nos manifiesta la voluntad salvífica de Dios, que consiste en vivir en plenitud nuestra existencia humana junto a Dios y por siempre. Por ello, la víspera de su muerte, en su despedida, Jesús dice a los discípulos y a nosotros: “En la casa de mi Padre hay muchas moradas, y voy a preparar un sitio, para que donde yo estoy, estéis también vosotros”.

La fe verdadera nos empuja a dejar entrar en nuestra la vida y palabra de Jesús que nos ilumina y nos permite vivir con la mirada y el corazón de Dios, dándonos fuerza para hacer lo que tenemos que hacer que, en definitiva, es dejar a Dios ser Dios en nosotros.

 “Auméntanos la fe”, piden los apóstoles a Jesús, que es como decir: «Añádenos más fe a la que ya tenemos». Sienten que la fe que viven desde niños es insuficiente, y que a esa fe tradicional han de añadirle “algo más” para seguir a Jesús. Jesús les responde con un dicho un tanto enigmático: “Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esta morera: Arráncate de raíz y plántate en el mar, y os obedecería”

Lo primero que necesitamos hoy los cristianos es reavivar en nosotros una fe viva y fuerte en Jesucristo, porque es lo mejor que tenemos en la Iglesia, y es lo mejor que podemos ofrecer y comunicar al mundo de hoy. Y, en consecuencia, poner a Jesucristo en el centro de nuestras parroquias y en nuestros corazones. Para ello necesitamos conocerlo de manera más viva y concreta, comprender mejor su proyecto, captar bien su intención de fondo, sintonizar con él. Si no es así, nuestra fe seguirá más pequeña que “un granito de mostaza”. No “arrancará” árboles ni “plantará” nada nuevo.

        LECTIO DIVINA DE LA PARROQUIA SAN ISIDRO DE ALMANSA


viernes, 26 de septiembre de 2025

28 septiembre de 2025. Domingo XXVI del Tiempo Ordinario.

 

LECTURAS

  • Amós 8,4-7
  • Salmo responsorial 145,7-10
  • 1 Timoteo 2,1-8
  • Lucas 16,1-13


     Las lecturas de hoy muestran, con mucha claridad, que hay dos caminos, dos maneras de comprender la vida: centrarse en uno mismo, olvidando a Dios y a los demás, o hacer de Dios el centro de la propia vida y encontrarse con los demás que son imagen de Dios. Porque según la opción que elijamos, nuestra vida tiene un sentido u otro, con diferentes orientaciones: ser una persona que da vida, o ser una persona que no deja vivir.

Ciertamente, hay personas con quienes da gusto encontrarnos, porque con ellas podemos compartir y reír juntos;  como dice San Pablo, viven con justicia, piedad, amor, paciencia, mansedumbre, en definitiva, son personas llenas de Dios. Pero hay otras personas, que cuando las vemos venir, nos traen problemas porque todo lo ven desde su pequeña mirada egoísta, solo tienen el corazón lleno de ellos mismos, sin rastro de Dios. Ni son felices ni hacen felices a los demás.

     La parábola muestra cómo el mal uso de los bienes siempre perjudica a alguien; a su vez, recuerda que las riquezas pueden provocar que las personas se vuelvan ciegas y sordas. Hay demasiadas urgencias e injusticias junto a nuestras puertas, pero pasamos de largo, y no nos interesan porque no nos afectan.

  Recordemos que Jesús hizo un mandamiento principal, uniendo dos grandes mandamientos: “Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo”, y sentenció: “en este mandamiento se resume la Ley y los Profetas”, es decir, cumplir esto es cumplir lo que Dios quiere.

     El prójimo es el criterio definitivo para la salvación, como nos dice también Jesús en la parábola del juicio final: “En verdad os digo, que lo que hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis”, y también: “Lo que no hicisteis con estos, mis hermanos más pequeños, tampoco lo hicisteis conmigo. Y entonces éstos irán al castigo eterno y los justos a la vida eterna” (Mt 25, 40.45-46).

    LECTIO DIVINA PARROQUIA SAN ISIDRO DE ALMANSA

                                     DOMINGO 5 DE COTUBRE 2025



Con el lema "Migrantes, misioneros de esperanza", queremos recordar que las personas migrantes y refugiadas no solo buscan donde vivir, sino que también llevan consigo la semilla de la esperanza y la fe en un mundo más justo y solidario.


 

sábado, 20 de septiembre de 2025

Día 21 septiembre de 2025. Domingo XXV del Tiempo Ordinario.

 

LECTURAS

  • Amós 8,4-7
  • Salmo responsorial
  • 1 Timoteo 2,1-8
  • Lucas 16,1-13

   A primera vista, el evangelio de hoy nos desconcierta porque cuesta entender cómo el hombre rico alaba a su administrador que lo engaña, rebajando la deuda de los prestamistas. Para comprenderlo es necesario entender el “género parábola”, cuyo objetivo es transmitir una enseñanza, que interpele a los oyentes. Lo que Jesús quiere mostrar a sus discípulos es que los hijos de las tinieblas son más astutos que los hijos de la luz, y con ello nos dice que no seamos cristianos ingenuos, sino que consideremos las realidades como son y tengamos conciencia crítica, y no nos limitemos a resignarnos y aceptarlo todo sin más, porque no todo vale. Cuántas veces decimos con resignación: “¡Es la voluntad de Dios!”, o también :“¡Qué vamos a hacer, si el mundo está así!”. Estas no son respuestas cristianas. 

    El papa Francisco recogió la denuncia del profeta Amós, y la plasmó actualizándola en su encíclica “Fratelli tutti”, donde escribe: “Partes de la humanidad parecen sacrificables en beneficio de una selección que favorece a un sector humano digno de vivir sin límites. En el fondo, no se considera ya a la persona como un valor primario que hay que respetar y amparar, especialmente si son pobres o discapacitados, si todavía no son útiles, “como los no nacidos, o si " ya no sirven”, como los ancianos;  nos hemos hecho insensibles a cualquier forma de despilfarro, comenzando por el de los alimentos que es uno de los más vergonzosos. Reflexionemos sobre ello”, escribía el Papa.

    El Evangelio termina con una frase lapidaria. “No podéis servir a dos señores, porque, o bien se aborrecerá a uno y amará al otro, o bien, se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero”. Si tenemos claro que debemos amar a Dios antes que nada y nadie es porque creemos profundamente que él es nuestro Salvador, y que nos jugamos el ser hijos de la luz o hijos de las tinieblas. Es mejor ser hijo de la luz, porque las riquezas de este mundo pasarán, pero las riquezas de un corazón que sigue a Dios perdurarán porque somos discípulos del Resucitado, y tenemos nuestra esperanza puesta en Dios y en la vida eterna que él nos ofrece. 

LECTIO DIVINA PARROQUIA SAN ISIDRO DE ALMANSA





domingo, 14 de septiembre de 2025

14 septiembre de 2025. Domingo 24 del Tiempo Ordinario. Exaltación de la Santa Cruz.

 

LECTURAS

  • Números 21,4b-9
  • Salmo responsorial 77, 1-2.34-38
  • Filipenses 2,6-11
  • Lucas Juan 3,13-17


En la primera lectura, por orden de Dios, Moisés construye una serpiente de bronce, parecida a las serpientes que había en el desierto, y la pone en alto a la vista de todos, con la indicación de que todos aquellos heridos por serpientes que la miren serán curados. La serpiente no tenía carácter mágico, solo tenía sentido porque Dios ordenó realizarla. Y como la gente, supersticiosamente, pensaban que Dios los castigaba, con este signo Dios les indica que es él quien los cura y salva.

Hablando con Nicodemo, Jesús evoca aquel signo de la serpiente en alto, revelando que cuando él sea alzado y glorificado sobre la cruz, aquellos que crean en él y le sigan también participarán de la vida de Dios que viene por Jesucristo. Jesús, en varias ocasiones, anunció su muerte y resurrección. No se trata solo de mirar la cruz, sino de creer. Y no creer en el Jesús según nuestra imaginación, sino en el Cristo crucificado, porque Jesucristo nos salva no desde la fuerza sino desde la debilidad. Seguir a Jesús es sentir admiración y al mismo tiempo seguir sus pasos, siendo conscientes de que todo lo que somos es gracias a él.

 Todo el Evangelio nos está mostrando el deseo de salvación por parte de Dios, que quiere que la humanidad, creada por amor, partícipe de su amor, Y esta es la razón por la que Dios se encarna en Jesús, haciéndose hombre, para que, venciendo el pecado y la muerte, también la humanidad partícipe de la gloria de Dios a la que fue destinada antes de la creación del mundo. Jesucristo, Dios hecho hombre, arranca a los seres humanos de las tinieblas y de la muerte, y es en el encuentro con Jesús como cada persona decide su destino último. Creer es acoger a Jesús y vivir según él nos enseña; no creer es rechazar a Jesús y la salvación, y, por tanto, esto implica situarse en un terreno fuera de Dios. Esto es lo que llamamos “infierno”.

San Ignacio de Loyola nos ofrece un pensamiento: “Imaginando lo que Cristo ha hecho por ti en la cruz, pregúntate qué tienes que hacer tú por Él”.


LECTIO DIVINA PARROQUIA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA



 

 

viernes, 29 de agosto de 2025

Día 31 agosto de 2025. Domingo XXII del Tiempo Ordinario.

 

LECTURAS

  • Eclesiástico 3,17-20.28-29
  • Salmo responsorial  67, 4-11
  • Hebreos 12,18-19.22-24a
  • Lucas 14,1.7-14


   El contexto del relato evangélico de hoy, ya queda dicho al principio: un fariseo invita a Jesús a comer. ¿Para qué lo invitan a comer? El evangelio dice que “lo estaban espiando”. Probablemente para descubrir algún desvío y así tener motivos para desprestigiarlo ante el pueblo como habían hecho otras veces. Jesús, aun sabiendo las intenciones de los fariseos, aceptó la invitación.

    El evangelista recoge la enseñanza de Jesús que hace con dos pequeñas parábolas. Jesús, como buen observador que era, había visto en los invitados, las prisas por coger los primeros puestos, y en la conversación se sobremesa, cuenta una parábola en la que exhorta a no buscar los honores y el prestigio ante los demás como medio de hacerse valer, y, en consecuencia, hace una llamada a la humildad.

    La segunda parábola encierra un matiz diferente. No quiere decir Jesús que hacemos mal cuando invitamos a familiares o amigos.  Pero, quiere decir que esas invitaciones las hacemos por puro instinto de familia o amistad. Y la prueba es que “corresponderán invitándote y quedarás pagado”. Por tanto, se trata de un “toma y daca” (se corresponde con la misma moneda). Lo que Jesús enseña y propone es que el amor tiene que ir más allá del puro instinto o interés. Buscar hacer el bien a los demás, sin esperar nada a cambio, es lo propio de quienes entienden y viven el Reino de Dios.

   En ambos casos, Jesús propone una manera distinta de entender las relaciones humanas, lo que significa un cambio en nuestra escala de valores. Desde esta perspectiva, vemos que ser cristiano es un modo de ser diferente. No se trata de renunciar a ser el primero; se trata de asegurar el primer puesto buscando el bien de la persona entera, como dirá Jesús a los discípulos, después de lavarles los pies: “El que quiera ser primero, que sea el último y el servidor de todos”. Jesús no critica el que queramos ser los primeros, lo que rechaza es la manera de conseguirlo.

  Si tuviéramos que resumir el mensaje del evangelio de hoy, tendríamos que indicar dos actitudes: “humildad” y “gratuidad”.


LECTIO DIVINA DE LA PARROQUIA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA
 

domingo, 24 de agosto de 2025

Día 24 agosto de 2025. Domingo XXI del Tiempo Ordinario.

 LECTURAS

  • Isaías 66,18-21
  • Salmo responsorial
  • Hebreos 12,5-7
  • Lucas 13, 22-30


En todas las épocas, la humanidad se ha preocupado por la vida, no sólo la de aquí, sino también la que está más allá de la muerte, que los cristianos llamamos  “vida eterna”, que es la vida definitiva y feliz junto a Dios.

 La preocupación por la salvación también formaba parte de las inquietudes populares en el tiempo de Jesús. Así lo muestra el evangelio de hoy, en el que alguien se acerca a Jesús y le pregunta por el número de los que se salvarán, Los rabinos y maestros de la Ley, contemporáneos de Jesús, no tenían sobre el tema una respuesta unánime. Algunos afirmaban que Yahvé acogería a todos los judíos en su Reino. Otros, dada la maldad de los hombres, enseñaban que la salvación estaba reservada a muy pocos. Lo que sí tenían claro es que, en ningún caso se contemplaba la posibilidad de salvarse quiénes no formaban parte de dicho pueblo. Por ello, la pregunta que hacen a Jesús parte de este supuesto de que la salvación está reservada sólo para el pueblo de Israel, el pueblo elegido. Jesús no contesta directamente, y dirige su respuesta a todos los presentes, entre quienes estaban sus discípulos, indicando que de nada vale aferrarse a privilegios religiosos, y enseña que el billete de entrada en el “Reino de Dios” no será el de ser “israelita”, sino el tener verdadera fe, y que lo decisivo es adoptar con libertad un nuevo estilo de vida que, seguramente,  no resultará atractivo para muchos, pero que equivale a entrar por la “puerta estrecha”.

Habla de “puerta estrecha” y de “los primeros que serán últimos”. La puerta estrecha no se refiere a hacer sacrificios externos, sino a la vivencia del mismo amor de Dios, hecho vida en el servicio al prójimo, y es esto lo que hará que muchos que creemos últimos, por no practicar ritos externos, sean los primeros por su coherencia con el amor que, en realidad, es lo que cuenta a los ojos de Dios.

La salvación, para Jesús, no es un asunto puramente pasivo; todos, mayores y pequeños, debemos cada día intentar superarnos, para ponernos en el camino que conduce al encuentro con Dios, quien toma la iniciativa y nos ofrece la salvación, pero es necesario estar dispuestos a aceptarla desde nuestra libertad.

Para poder pasar por una puerta estrecha, solo hay una manera de hacerlo: hacerse pequeño. Quien es grande y grueso no pasa; puede intentarlo de muchas maneras, de frente o de perfil, pero no logrará pasar. Esto es lo que a Jesús le interesa que nos quede claro: no se puede ser discípulo suyo sin renunciar a ser grande, sin hacerse pequeño y servidor de todos.


LECTIO DIVINA DE LA PARROQUIA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA


sábado, 16 de agosto de 2025

Día 17 agosto de 2025. Domingo XX del Tiempo Ordinario.

 

LECTURAS

  • Jeremías 38,4-6.8-18
  • Salmo responsorial
  • Hebreos 12,1-4
  • Lucas 12, 49-53

     Ciertamente, este modo de hablar de Jesús en el evangelio no tiene nada que ver con los montes que, por desgracia, están ardiendo en España y más allá de nuestras fronteras. Nada que ver con los conflictos armados y violencia que asedian a tantos países. Nada que ver con las faltas de paz, también frecuentes en nuestro país, en nuestros pueblos y en muchas familias.

    Jesús nos está diciendo que lo que desea es que la Buena Noticia que nos comunica que encienda nuestros corazones y que la trasmitamos a todos los hombres y mujeres. El fuego y la división de los que nos habla Jesús es consecuencia de un compromiso firme y real de vivir según el Evangelio. Porque creer en Jesús es mucho más que decir ”soy católico”, y a continuación, vivir como si no lo fuéramos.

  La Buena Noticia de Jesús, con frecuencia perturba, porque remueve nuestra conciencia y amenaza nuestro pasotismo y también el familiar; provoca división en uno mismo y con relación a los demás, porque el mensaje de Jesús no deja indiferente a nadie: unos lo acogen de buen grado, como Buena Noticia de parte de Dios, y procuran vivirlo, aun sufriendo el desprecio y la persecución; y a otros les desagrada, provocando confrontación.

   Ante Jesús, es necesario tomar una postura en la vida: unos lo aceptarán y se salvarán; otros lo rechazarán y se perderán. Y él será el único criterio de profunda y definitiva división entre los seres humanos, hasta que, en el juicio final (Mt 25, 31ss), Dios manifieste claramente su proyecto.

   La historia nos recuerda que después de la tempestad viene la calma. El Señor Jesús nos va a ayudar siempre a encontrar la paz y la calma. Sin embargo, lo que no podemos pretender es encontrar calma y paz sobre bases equivocadas.

   El Reino de Dios está basado en la libertad, la paz, la justicia, el amor… Está a la vista que muchos se oponen a la libertad; no aman la paz, porque la guerra les resulta más rentable; crean su propia justicia para seguir oprimiendo. A quienes proceden así, no les interesa el mensaje de Jesús. Pero la paz verdadera llegará un día de manera total, y vendrá de la mano de Jesucristo. A nosotros nos tocar aportar nuestro grano de arena, aquí y ahora.

 LECTIO DIVINA DE LA PARROQUIA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA