domingo, 14 de septiembre de 2025

14 septiembre de 2025. Domingo 24 del Tiempo Ordinario. Exaltación de la Santa Cruz.

 

LECTURAS

  • Números 21,4b-9
  • Salmo responsorial 77, 1-2.34-38
  • Filipenses 2,6-11
  • Lucas Juan 3,13-17


En la primera lectura, por orden de Dios, Moisés construye una serpiente de bronce, parecida a las serpientes que había en el desierto, y la pone en alto a la vista de todos, con la indicación de que todos aquellos heridos por serpientes que la miren serán curados. La serpiente no tenía carácter mágico, solo tenía sentido porque Dios ordenó realizarla. Y como la gente, supersticiosamente, pensaban que Dios los castigaba, con este signo Dios les indica que es él quien los cura y salva.

Hablando con Nicodemo, Jesús evoca aquel signo de la serpiente en alto, revelando que cuando él sea alzado y glorificado sobre la cruz, aquellos que crean en él y le sigan también participarán de la vida de Dios que viene por Jesucristo. Jesús, en varias ocasiones, anunció su muerte y resurrección. No se trata solo de mirar la cruz, sino de creer. Y no creer en el Jesús según nuestra imaginación, sino en el Cristo crucificado, porque Jesucristo nos salva no desde la fuerza sino desde la debilidad. Seguir a Jesús es sentir admiración y al mismo tiempo seguir sus pasos, siendo conscientes de que todo lo que somos es gracias a él.

 Todo el Evangelio nos está mostrando el deseo de salvación por parte de Dios, que quiere que la humanidad, creada por amor, partícipe de su amor, Y esta es la razón por la que Dios se encarna en Jesús, haciéndose hombre, para que, venciendo el pecado y la muerte, también la humanidad partícipe de la gloria de Dios a la que fue destinada antes de la creación del mundo. Jesucristo, Dios hecho hombre, arranca a los seres humanos de las tinieblas y de la muerte, y es en el encuentro con Jesús como cada persona decide su destino último. Creer es acoger a Jesús y vivir según él nos enseña; no creer es rechazar a Jesús y la salvación, y, por tanto, esto implica situarse en un terreno fuera de Dios. Esto es lo que llamamos “infierno”.

San Ignacio de Loyola nos ofrece un pensamiento: “Imaginando lo que Cristo ha hecho por ti en la cruz, pregúntate qué tienes que hacer tú por Él”.


LECTIO DIVINA PARROQUIA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA



 

 

viernes, 29 de agosto de 2025

Día 31 agosto de 2025. Domingo XXII del Tiempo Ordinario.

 

LECTURAS

  • Eclesiástico 3,17-20.28-29
  • Salmo responsorial  67, 4-11
  • Hebreos 12,18-19.22-24a
  • Lucas 14,1.7-14


   El contexto del relato evangélico de hoy, ya queda dicho al principio: un fariseo invita a Jesús a comer. ¿Para qué lo invitan a comer? El evangelio dice que “lo estaban espiando”. Probablemente para descubrir algún desvío y así tener motivos para desprestigiarlo ante el pueblo como habían hecho otras veces. Jesús, aun sabiendo las intenciones de los fariseos, aceptó la invitación.

    El evangelista recoge la enseñanza de Jesús que hace con dos pequeñas parábolas. Jesús, como buen observador que era, había visto en los invitados, las prisas por coger los primeros puestos, y en la conversación se sobremesa, cuenta una parábola en la que exhorta a no buscar los honores y el prestigio ante los demás como medio de hacerse valer, y, en consecuencia, hace una llamada a la humildad.

    La segunda parábola encierra un matiz diferente. No quiere decir Jesús que hacemos mal cuando invitamos a familiares o amigos.  Pero, quiere decir que esas invitaciones las hacemos por puro instinto de familia o amistad. Y la prueba es que “corresponderán invitándote y quedarás pagado”. Por tanto, se trata de un “toma y daca” (se corresponde con la misma moneda). Lo que Jesús enseña y propone es que el amor tiene que ir más allá del puro instinto o interés. Buscar hacer el bien a los demás, sin esperar nada a cambio, es lo propio de quienes entienden y viven el Reino de Dios.

   En ambos casos, Jesús propone una manera distinta de entender las relaciones humanas, lo que significa un cambio en nuestra escala de valores. Desde esta perspectiva, vemos que ser cristiano es un modo de ser diferente. No se trata de renunciar a ser el primero; se trata de asegurar el primer puesto buscando el bien de la persona entera, como dirá Jesús a los discípulos, después de lavarles los pies: “El que quiera ser primero, que sea el último y el servidor de todos”. Jesús no critica el que queramos ser los primeros, lo que rechaza es la manera de conseguirlo.

  Si tuviéramos que resumir el mensaje del evangelio de hoy, tendríamos que indicar dos actitudes: “humildad” y “gratuidad”.


LECTIO DIVINA DE LA PARROQUIA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA
 

domingo, 24 de agosto de 2025

Día 24 agosto de 2025. Domingo XXI del Tiempo Ordinario.

 LECTURAS

  • Isaías 66,18-21
  • Salmo responsorial
  • Hebreos 12,5-7
  • Lucas 13, 22-30


En todas las épocas, la humanidad se ha preocupado por la vida, no sólo la de aquí, sino también la que está más allá de la muerte, que los cristianos llamamos  “vida eterna”, que es la vida definitiva y feliz junto a Dios.

 La preocupación por la salvación también formaba parte de las inquietudes populares en el tiempo de Jesús. Así lo muestra el evangelio de hoy, en el que alguien se acerca a Jesús y le pregunta por el número de los que se salvarán, Los rabinos y maestros de la Ley, contemporáneos de Jesús, no tenían sobre el tema una respuesta unánime. Algunos afirmaban que Yahvé acogería a todos los judíos en su Reino. Otros, dada la maldad de los hombres, enseñaban que la salvación estaba reservada a muy pocos. Lo que sí tenían claro es que, en ningún caso se contemplaba la posibilidad de salvarse quiénes no formaban parte de dicho pueblo. Por ello, la pregunta que hacen a Jesús parte de este supuesto de que la salvación está reservada sólo para el pueblo de Israel, el pueblo elegido. Jesús no contesta directamente, y dirige su respuesta a todos los presentes, entre quienes estaban sus discípulos, indicando que de nada vale aferrarse a privilegios religiosos, y enseña que el billete de entrada en el “Reino de Dios” no será el de ser “israelita”, sino el tener verdadera fe, y que lo decisivo es adoptar con libertad un nuevo estilo de vida que, seguramente,  no resultará atractivo para muchos, pero que equivale a entrar por la “puerta estrecha”.

Habla de “puerta estrecha” y de “los primeros que serán últimos”. La puerta estrecha no se refiere a hacer sacrificios externos, sino a la vivencia del mismo amor de Dios, hecho vida en el servicio al prójimo, y es esto lo que hará que muchos que creemos últimos, por no practicar ritos externos, sean los primeros por su coherencia con el amor que, en realidad, es lo que cuenta a los ojos de Dios.

La salvación, para Jesús, no es un asunto puramente pasivo; todos, mayores y pequeños, debemos cada día intentar superarnos, para ponernos en el camino que conduce al encuentro con Dios, quien toma la iniciativa y nos ofrece la salvación, pero es necesario estar dispuestos a aceptarla desde nuestra libertad.

Para poder pasar por una puerta estrecha, solo hay una manera de hacerlo: hacerse pequeño. Quien es grande y grueso no pasa; puede intentarlo de muchas maneras, de frente o de perfil, pero no logrará pasar. Esto es lo que a Jesús le interesa que nos quede claro: no se puede ser discípulo suyo sin renunciar a ser grande, sin hacerse pequeño y servidor de todos.


LECTIO DIVINA DE LA PARROQUIA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA


sábado, 16 de agosto de 2025

Día 17 agosto de 2025. Domingo XX del Tiempo Ordinario.

 

LECTURAS

  • Jeremías 38,4-6.8-18
  • Salmo responsorial
  • Hebreos 12,1-4
  • Lucas 12, 49-53

     Ciertamente, este modo de hablar de Jesús en el evangelio no tiene nada que ver con los montes que, por desgracia, están ardiendo en España y más allá de nuestras fronteras. Nada que ver con los conflictos armados y violencia que asedian a tantos países. Nada que ver con las faltas de paz, también frecuentes en nuestro país, en nuestros pueblos y en muchas familias.

    Jesús nos está diciendo que lo que desea es que la Buena Noticia que nos comunica que encienda nuestros corazones y que la trasmitamos a todos los hombres y mujeres. El fuego y la división de los que nos habla Jesús es consecuencia de un compromiso firme y real de vivir según el Evangelio. Porque creer en Jesús es mucho más que decir ”soy católico”, y a continuación, vivir como si no lo fuéramos.

  La Buena Noticia de Jesús, con frecuencia perturba, porque remueve nuestra conciencia y amenaza nuestro pasotismo y también el familiar; provoca división en uno mismo y con relación a los demás, porque el mensaje de Jesús no deja indiferente a nadie: unos lo acogen de buen grado, como Buena Noticia de parte de Dios, y procuran vivirlo, aun sufriendo el desprecio y la persecución; y a otros les desagrada, provocando confrontación.

   Ante Jesús, es necesario tomar una postura en la vida: unos lo aceptarán y se salvarán; otros lo rechazarán y se perderán. Y él será el único criterio de profunda y definitiva división entre los seres humanos, hasta que, en el juicio final (Mt 25, 31ss), Dios manifieste claramente su proyecto.

   La historia nos recuerda que después de la tempestad viene la calma. El Señor Jesús nos va a ayudar siempre a encontrar la paz y la calma. Sin embargo, lo que no podemos pretender es encontrar calma y paz sobre bases equivocadas.

   El Reino de Dios está basado en la libertad, la paz, la justicia, el amor… Está a la vista que muchos se oponen a la libertad; no aman la paz, porque la guerra les resulta más rentable; crean su propia justicia para seguir oprimiendo. A quienes proceden así, no les interesa el mensaje de Jesús. Pero la paz verdadera llegará un día de manera total, y vendrá de la mano de Jesucristo. A nosotros nos tocar aportar nuestro grano de arena, aquí y ahora.

 LECTIO DIVINA DE LA PARROQUIA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA
 

 

 

 

 

 



sábado, 9 de agosto de 2025

Día 10 agosto de 2025. Domingo XIX del Tiempo Ordinario.

 

LECTURAS

  • Sabiduría 18, 6-9
  • Salmo responsorial
  • Hebreos 11,1-2.8-19
  • Lucas 12,32-48


     Pienso que todos damos por sentado que una persona normal vive en un acto continuo de confianza en la vida, en la familia, en las personas con las que convive, con las que trabaja, confía en las instituciones, confía en Dios. Así, lo propio es que la pareja de casados confíe uno en el otro, que los hijos confíen en sus padres, los hermanos entre sí. Los padres confían sus hijos a un colegio, a unos maestros que, se supone, tienen algunos criterios sanos. Confiamos en el médico que nos atiende. Confiamos en los amigos. Confiamos en el sacerdote. Confiamos en quien conduce el autobús, aunque a veces nos llevemos un susto por un frenazo o arranque brusco. Confiamos en que los alimentos y los medicamentos están en buen estado, etc.

     La confianza, y por tanto la fe, es una actitud en la vida que construye personas con sentido. La confianza es una actitud interior, que descansa en Dios. Nos lo dice Jesús en el Evangelio de hoy: “No temas pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el Reino”. Dios nos ha puesto en la existencia para que participemos de su Vida, a la que Jesús llama “reino”. Ese es el tesoro que Jesús nos ha revelado, y hacia el que tenemos que caminar.  El fundamento de nuestra fe cristiana es la confianza en el amor y bondad de Dios, como afirmó Jesús en su despedida de los discípulos: “Creed en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas y voy a prepararos sitio, para que donde yo estoy, estéis también vosotros, mis discípulos”. ¡No temáis!, no perdáis la calma, confiad”, repite con frecuencia Jesús. 

        En la vida nos puede pasar de todo, porque somos humanos, y, por tanto, tenemos limitaciones. En consecuencia, tendremos problemas, crisis, pecados, sufrimientos, enfermedades, muerte. Por ello, nos repite Jesús: “No temas, pequeño rebaño”. Cuando uno confía, se fía de Jesucristo, sobre todo, en las situaciones límite, entonces se halla una paz en su alma y descansa. 

La fe es un tesoro, es un regalo que, como tal, hemos recibido gratis. Pero, ¿Qué pasa si nos hacen un regalo, bien envuelto en papel, lo recibimos, lo guardamos y no lo abrimos? Pues que no podemos saber de qué se trata, ni podemos disfrutarlo, de forma que  es como si no lo hubiéramos recibido. Esto es lo que ocurre a una mayoría de bautizados: que han recibido el regalo de la fe, pero no lo conocen ni lo disfrutan. El resultado es que hay muchos bautizados, pero pocos convencidos y convertidos.

    En el Evangelio, hay un momento en que Jesús dice: “Donde está vuestro tesoro, allí estará vuestro corazón”. Es verdad, lo que es de gran valor para nosotros, allí ponemos nuestra mente, nuestro interés y esfuerzo, para mantenerlo y hacerlo crecer. Nuestra fe cristiana es el gran regalo que Dios nos da, y la fe significa confianza en el Dios de Jesucristo, que nos ama, nos busca para hacernos partícipes de su propia Vida y alegría, y eso de manera plena y eterna. Pero el Señor espera que respondamos de buen grado, es decir libremente. Por eso Jesús nos invita a que, en el día a día, estemos preparados, vigilantes, para que cuando Él llegue y nos llame, entremos con Él en la alegría del Reino de Dios.

LECTIO DIVINA PARROQUIA SAN ISIDRO DE ALMANSA






 alimentos y los medicamentos están en buen estado, etc.

sábado, 2 de agosto de 2025

Día 3 agosto de 2025. Domingo XVIII del Tiempo Ordinario.


LECTURAS

  1. Eclesiastés 1,2; 2,21-23
  1. Salmo responsorial 89, 2-6.12-13
  1. Colosenses 3, 1-5.9-11
  1. Lucas 12,13-21


El dinero tiene su función en la vida, pero para saberlo utilizar hay que tener también otros valores: la fe, la solidaridad, la estima, sentido del bien común.

En la parábola del evangelio hay una frase que se dice a sí mismo el hombre rico, lleno de satisfacción:” Tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe, banquetea alegremente”.

 Las ambiciones son insaciables, especialmente en el mundo de las riquezas y del poder. Si hacemos un recorrido por el mapamundi, ya vemos la de conflictos armados, países con nombre propio en guerra, hambrunas crónicas, exterminios humanos selectivos, millones de personas desplazadas que tienen que huir de la tierra que los vio nacer, porque el poder político, económico, ideológico, les obliga a marcharse como sea, o si se quedan, la opción es vivir en esclavitud permanente o morir.

El evangelio de hoy nos advierte de la debilidad de las cosas materiales.  Ante la pregunta de uno que pide a Jesús que intervenga en su favor, Jesús no da una respuesta concreta de qué se “debe hacer”, sino que, dirigiéndose a toda la muchedumbre, con una parábola, muestra los criterios según Dios, criterios que miran a tener en cuenta al hermano, no solo al hermano de sangre, sino a todo ser humano, hijos del mismo Padre Dios. Los bienes deberían ser simplemente un instrumento para compartir la vida y servir al bien común.

 Con poco que observemos, nos damos cuenta de que sufrimos el acoso continuo de los criterios de este mundo, que nos propone opciones alejadas o contrarias al Evangelio.

El Evangelio no es un código que se impone desde fuera: “Di a mi hermano que reparta la herencia conmigo”, sino una luz que habla en nuestro interior para que cada uno despierte, y decida por su cuenta.

Por ello, San Pablo, recordando nuestra condición de bautizados, nos aconseja: “Buscad los bienes de arriba, no los bienes de la tierra, porque por el bautismo vuestra vida está con Cristo escondida en Dios. En consecuencia, dad muerte a todo lo terreno que hay en vosotros, para que cuando aparezca Cristo, también aparezcáis gloriosos juntamente con él”.


LECTIO DIVINA DE LA PARROQUIA DE SAN ROQUE DE ALMANSA

 

 

 

sábado, 26 de julio de 2025

Día 27 julio de 2025. Domingo XVII del Tiempo Ordinario.

 

LECTURAS

  • Génesis 18,20-32
  • Salmo responsorial
  • Colosenses 2, 12-14
  • Lucas 11,1-13


Los discípulos, en su oración no habían experimentado plenamente la presencia de Dios en su corazón, sino que era una oración por cumplimiento, por miedo o para  ver de sacar algo, como nos pasa a muchos cristianos.

Sin embargo, Jesús les enseña una oración que debe salir del corazón: el “Padre nuestro…”. Las 3 primeras peticiones del “Padrenuestro” tienen por objeto la gloria de Dios: “santificación del nombre, la venida del Reino de Dios y el cumplimiento de la voluntad divina. Pero también, la segunda parte, se preocupa de todo lo que necesita el ser humano: pan, perdón, tentación, liberación del mal, porque solo así podremos construir el Reino de Dios y hacer su voluntad.

La oración que nos enseña Jesús es una oración de proximidad paternal y de confianza filial, que nos implica a estar junto a Dios y vivir como hijos suyos en un clima de fraternidad.

 La oración, para el cristiano, ha de ser como el aire que respira. Lo vemos en Jesús que ora en todo momento porque sabe que todo proviene de Dios, y por eso busca momentos de silencio y oración. Hoy día, más que en otros tiempos, vivimos una vida agitada, con el peligro de vivir en la superficialidad, por eso necesitamos poner orden y dirección en nuestra vida, en nuestras acciones.

La oración nos dirige hacia Dios, y por eso Jesús nos dice que al rezar digamos “Padre”, porque Dios es alguien que nos ama, nos conoce, nos acompaña, nos recibe, nos escucha, y nos acoge. Dirigimos nuestra oración hacia él para incrementar la confianza en aquel que sabemos que siempre nos acompaña, y que nunca nos dejará.  Es famosa la frase de Santa Teresa de Jesús, quien dijo que “orar es tratar de amistad, estando muchas veces a solas con quien sabemos nos ama". 

 LECTIO DIVINA DE LA PARROQUIA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA